lunes, 26 de marzo de 2018

Carta del Presidente

Queridos Cofrades, queridos amigos:

Muchos han sido los discípulos de Jesús. Algunos lo eran abiertamente y otros, por el contrario, de forma más discreta. Uno de estos últimos, a pesar de ser seguidor de Cristo en secreto según los escritos, tuvo un papel muy destacado en las horas más oscuras del Maestro, y así queda reflejado por los cuatro evangelistas. Se trata, ni más ni menos, de aquel que siempre consideraremos como el primer cofrade del Santo Entierro.

Este hombre, de nombre José y natural de una población de la antigua Judea, llamada Arimatea, fue uno de tantos discípulos de Cristo que lo hacía de forma clandestina por miedo a los judíos y sin embargo tuvo la valentía (o la osadía tal y como relata Lucas) de solicitarle a Pilato el cuerpo de Nuestro Señor para darle sepultura.

De él también se ha escrito que era un hombre ilustre, tal vez perteneciente al Sanedrín aunque “no había consentido en el acuerdo ni en los hechos” que condenaron a Jesús. Se cree que sería el propietario del sepulcro nuevo en el que él mismo, junto con Nicodemo, depositó el cuerpo yacente de Cristo.

Podríamos relatar hasta leyendas medievales que le relacionan con el Santo Grial o el Sudario, incluso familiarmente con Jesús, al tratarse al parecer del hermano menor de San Joaquín, padre de María, la madre de Jesús…

Ya sea en los textos evangélicos como en otros de carácter más legendario, lo que es seguro es que José de Arimatea fue una persona muy cercana a Jesús y gracias a él y esa valentía que finalmente mostró, nuestra cofradía del Santo Entierro, como otras hermandades que tengan por objeto alumbrar ese momento de la pasión de Cristo, tiene su razón de ser.

José de Arimatea optó por la clandestinidad y en muchas ocasiones nosotros aludimos a nuestra posición o reputación para dejar de hacer aquello que creemos justo, simplemente por el miedo al qué dirán. Nos convertimos en discípulos clandestinos de Jesús, y necesitamos el apoyo de alguien cercano a nuestros ideales para dar ese paso valiente y osado. Y aquí es donde entramos nosotros como cofrades. Se trata de una forma de ser, de un estilo de vida. “Se os reconocerá por vuestros hechos”, dicen los textos. Esos son los discípulos que siguen a Jesús y ese el cofrade por excelencia.

Hoy es el momento de salir de nuestra clandestinidad de forma valiente, de ir contra corriente si se trata de ir en la dirección de defender lo justo, de dar la cara por aquellos que son perseguidos o de gritar por los que no tienen voz, aunque eso suponga que  nos señalen de forma peyorativa, porque esto fue lo que hizo el primer cofrade del Santo Entierro, y gracias a ese primer paso, más de 2000 años después, nosotros seguimos dando pasos cada semana santa, en nuestro peregrinar, junto a Cristo, hasta la victoria de su Resurrección.

Jesús González Expósito, Presidente

No hay comentarios:

Publicar un comentario