viernes, 31 de marzo de 2017

Acompaña a tu Dios alma mía

La piedad popular nos ha regalado el ejercicio del Vía Crucis, una forma de orar basada en la contemplación de catorce estaciones que nos ayudan a descubrir los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús.

“Acompaña a tu Dios alma mía” es la primera frase de la estrofa de la primera estación del Vía Crucis. Si profundizamos en estas palabras descubrimos en ellas una invitación a que nuestra alma, y con ella todo nuestro ser, medite sobre las escenas que se nos muestran en este ejercicio piadoso, muchas de las cuales se siguen haciendo presentes en la actualidad en acontecimientos que suceden a los hombres y mujeres de hoy.

El Vía Crucis, el camino de la cruz, puede ser una buena ayuda para que vivamos la Cuaresma con verdadero sentido de conversión. Podemos fijarnos en la humildad de Jesús, que acepta la condena a muerte y carga con la cruz, es despojado de sus vestiduras y muere como un malhechor. También podemos fijarnos en tres personajes que podríamos haber sido cualquiera de nosotros: Las mujeres de Jerusalén, el Cirineo y la Verónica.

Las mujeres de Jerusalén sienten lástima de aquel hombre justo, que dentro de su sufrimiento les ofrece el consuelo que sólo puede dar aquel que piensa más en los demás que en sí mismo “No lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos”

El Cirineo, Simón de Cirene, era un labrador al que alquilaron u obligaron a ayudar a Jesús a llevar la cruz. Sin duda es la imagen de aquellos que se encuentran situaciones en la vida en las que hay que arrimar el hombro, y lo que comienza como una obligación puede convertirse en un regalo. Seguro que el Cirineo encontró en Jesús una mirada limpia llena de agradecimiento.

La Verónica es el reflejo de aquellas mujeres que siempre se han mostrado dispuestas a mancharse por intentar aliviar el dolor de los demás. Según cuenta la tradición la imagen del rostro de Cristo quedó grabada en un pañuelo de la Verónica, seguro que esa imagen también quedó grabada para siempre en su mente y en su corazón.

Que esta Cuaresma sea el momento para que nuestra alma acompañe a su Dios que sigue sufriendo en cada ser humano condenado sin razón. Que aprendamos a llorar con los que lloran, a ayudar a los que lo necesitan y a estar siempre dispuestos a limpiar el rostro de cualquier ser humano, donde también se descubre el Rostro de Dios.

Israel Muñoz


sábado, 25 de marzo de 2017

Toma de hábito

Esta tarde hemos asistido a la toma de hábito de la hermana Ana María, a quien enviamos la enhorabuena en nombre de la Cofradía.






viernes, 24 de marzo de 2017

Tiempo de Pasión

Os dejamos los vídeos del programa Tiempo de Pasión, de La 8 de Valladolid, emitido ayer jueves 23 de marzo, en el que nuestra Cofradía fue protagonista.



Cuaresma. Carta pastoral del Cardenal-Arzobispo


Hay realidades cristianas que debemos descubrir de nuevo para comprender su originalidad, su sentido y su alcance para la vida de los cristianos. Probablemente una de ellas es la Cuaresma, ya que ha perdido presencia en la sociedad y siempre halla en nosotros resistencia interior lo que implica penitencia. Cuando pierde relieve, en lugar de ceder a la corriente debemos hacer un esfuerzo para preguntarnos, ¿qué es realmente la Cuaresma). ¿Por qué en el Año Litúrgico ocupa varias semanas? ¿En qué consiste propiamente este tiempo que tiene un origen en los primeros siglos y que la Iglesia pondera tanto?

“Cuaresma” etimológicamente es la abreviación de “diesquadragesima”, es decir, es un tiempo que dura cuarenta días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina el Jueves Santo por la mañana; la imposición de la ceniza es como un aldabonazo para despertarnos de la indolencia y ponernos en camino de conversión; y la reconciliación de los pecadores con la Iglesia es culminación del proceso cuaresmal de penitencia.

La Cuaresma, los cuarenta días de purificación y renovación para celebrar la Pascua del Señor, los misterios se su pasión, muerte y resurrección, recuerda el rico simbolismo de los cuarenta días frecuente en la Sagrada Escritura. Cuarenta es el número de plenitud, de concentración de una oportunidad salvífica, de “sacramento” como ha recuperado la nueva traducción del misal romano, que comienza a ser utilizado el domingo primero de Cuaresma.

Cuarenta días y cuarenta noches (cf. Gen. 7,4) duró el Diluvio, que anegó el mal y abrió un nuevo comienzo de la humanidad custodiada por la alianza de Dios (cf. Gén. 9, Iss). Moisés permaneció en el monte Sinaí cuarenta días y cuarenta noches en la presencia de Dios (cf. Ex. 24, 18). Durante cuarenta años peregrino el pueblo de Israel desde Egipto, la casa de la esclavitud, hasta la Tierra de la promesa, guiado por la nube protectora de Dios (cf. Deut. 8,2. 4. Núm. 14, 34). Elías caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios Horeb (cf. 1 Re. 19,8). Jonás de proclamó en Nínive durante cuarenta días la oferta del perdón de Dios (cf. Jn. 3,4); la conversión salvó a los ninivitas. Jesús permaneció en el desierto durante cuarenta días y cuarenta noches (cf. Mt. 4, 2). Cuaresma es tiempo de camino hacia la pascua, de búsqueda de la fidelidad primera, de purificación y renovación, de conversión y gozo (cf. Salmo 50). El “miserere”, así llamado a veces, es un salmo eminentemente cuaresmal, con el reconocimiento humilde de los pecados con el perdón de Dios que crea un corazón nuevo, con la alegría de la salvación y con el don de un corazón humilde.

En el tiempo de Cuaresma, durante cuarenta días que Dios nos otorga como tiempo de gracia, enlazamos con el hondo sentido de esos acontecimientos de la historia de la salvación. Con Jesucristo entramos en el desierto de la oración y del ayuno para escuchar la Palabra de Dios, superar las pruebas y tentaciones, para ponernos en el camino de una vida nueva y de fidelidad a la misión que el Señor nos confía. “Por las prácticas del sacramento cuaresmal Dios nos concede conocer el misterio de Cristo” (Oración Colecta del Domingo I de Cuaresma).

La Cuaresma tiene una meta, a saber, la celebración de la Pascua. De Esta meta recibe sentido el itinerario cuaresmal; caminamos al encuentro con Jesucristo salvador y liberador. La mortificación no es expresión de una persona rara que goza sufriendo, sino signo de participación en el ministerio pascual “padecemos juntamente con Cristo, para ser también con Él glorificados” (Rom. 8, 17). A través de la Cuaresma entramos en el desierto con Jesús y como discípulos subimos a Jerusalén para compartir su muerte, resurrección y ascensión al cielo (cf. Lc. 9, 51 ss. Act. 1, 3).

El desarrollo de la Cuaresma se ha caracterizado por dos líneas de fondo; en primer lugar por la penitencia para la reconciliación de los pecadores, y en segundo lugar por la preparación de los catecúmenos para recibir el bautismo en la noche de Pascua. Tanto las lecturas de Cuaresma como las oraciones de la Misa manifiestan constantemente la doble preparación, al sacramento de la reconciliación y el bautismo.

El Concilio Vaticano II, en la Constitución sobre la liturgia ha subrayado estas dos dimensiones de la Cuaresma, con la actuación para el cristiano y cada comunidad, en la interioridad espiritual y en la manifestación exterior. La Cuaresma es al mismo tiempo personal y eclesial, va la conversión por dentro y debe tener su expresión social en el amor y en las obras de misericordia. “Puesto que el tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la Palabra de Dios y a la oración, para que celebren el ministerio pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la preparación al bautismo y mediante la penitencia, se dé particular relieve a la liturgia y en la catequesis litúrgica al doble carácter de dicho tiempo (cf. Sacrosanctum 109).

Permitidme que recuerde algunas actividades que son particularmente adecuadas para la celebración del tiempo litúrgico de Cuaresma. Intensifiquemos la lectura de la Palabra de Dios y la oración. Organicemos charlas de formación para las comunidades cristianas. Es tradicional el ejercicio del “Via-crucis” y provechosa la lectura reposada de la Pasión del Señor (Sto. Tomás de Aquino). Recomendamos alguna iniciativa de privación voluntaria, uniéndonos al Señor sufriente, que despertará nuestro espíritu y lo mantendrá alerta; no solo por salud e higiene vamos a mortificarnos. Nos acerquemos todos al sacramento del perdón y de la reconciliación; y los sacerdotes facilitemos a los demás la entrada en la fiesta del perdón.

Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él el rostro de Cristo. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil”.

Deseo a todos un tiempo de Cuaresma intenso y fecundo. Celebraremos la Pascua, que es meta de la Cuaresma, con la alegría que es también culminación de este tiempo de gracia y salvación.ahora.

jueves, 23 de marzo de 2017

Todo lo que trasciende

Cuando traspasé la puerta, la iglesia me pareció un sudario. Y un sudario era el que caía, descuidadamente, sobre el cuerpo de Jesús… Que estaba allí, ante mis ojos, muerto en cuerpo y vivo en espíritu. Un temblor recorrió mi frente y se negó a cegar mis ojos. Era la imagen de quien, pudiéndolo todo, aceptó quedarse desnudo, sin nada, para mostrar un camino que muy pocos, o ninguno, seguimos. Y me vinieron a la memoria aquellos versos que escribí sobre su entierro:

… Pasan túnicas de luto
bajo los murmullos,
sobre los arrullos
de sus colas negras y largas, fruto
del suave roce que va desgranando
las jaculatorias,
cascadas y norias
de la procesión. Pasan redoblando
los fúnebres silencios del tambor:
Santa Ana, Poniente,
Girón el doliente, caminos
lacerados de dolor…

Pero frente al altar no hay redobles fúnebres. Solo una pena que se siente dentro, muy dentro del alma y que es capaz de hablar sin palabras y de sujetar, desde el silencio, la misma emoción del Cristo en la cruz, del Jesús con la cruz a cuestas, del Dios que pide al padre en el huerto haga pasar tanta agonía… Y lo hace sabiendo que ya es tarde, que nada puede evitarse, que deberá beber el cáliz de su pasión hasta la última gota. Hasta esa  gota final que se adivina entre sus labios cuando, delante de todos nosotros, yace desamparado camino de su última morada. Avisa una carraca que suena a suspiro. Los cofrades se ordenan para acompañar y son cuatro de ellos quienes cargan sobre sus hombros el peso de un Dios hecho hombre y, como hombre, muerto por los hombres… En el camino del museo que le acogerá, oraciones cadenciosas nos van abriendo camino. Es una procesión escondida para evitar la lluvia, pero no evita que dentro de cada corazón caiga un diluvio de emociones que pasan, casi de puntillas, por entre las filas de quienes acompañamos la imagen. ¿Qué pasan?...

Me pasa la pena, el remordimiento
de haberte matado,
pecado a pecado…
Me pasa el dolor de verte sediento
de nuevas muertes y, en ellas, vivir
pues, de morir tanto,
vives en el canto
de cada criatura que sabe morir.

Las puertas del convento se abren ante el clamor de quienes lloramos. Y allí aparecen las mujeres que le cuidarán durante un año más. Sus lágrimas son el mejor ungüento para perfumar el cadáver… Y lo perfuman no solo con su llanto, también con su amor.

Que se convierte en cuidado un día si y otro también… Vuelven las plegarias a deslizarse entre nosotros y, en el salón convertido en panteón, todos rezamos, todos nos inclinamos ante ese Dios que quiso hacerse humano hasta en su final. Ese final en el que, mirándole tan solo, sentimos cómo se nos escapa el orgullo, la arrogancia para que sea la verdad quien nos haga humillar ante aquella imagen inigualable.

Yo también, Cristo Yacente,
con la pena atravesada
y el corazón encogido,
todo mi cuerpo una llaga,
inclino mi falso orgullo
y someto mi arrogancia,
me postro ante tu presencia
mientras de mis labios salta,
como un dardo, una oración
que sobrevuela y se clava
en el humo de los cirios
y el dintel de las ventanas…
Si es Dios mismo quien se humilla,
cómo yo no me humillara…

Depositado en el panteón que lo acogerá durante doce meses más, me recorre un temblor que disimulo uniéndome al salmo que se entona desde la fe. Y desde la fe, entiendo que no hay acto más intenso, ni más real, ni más sincero que ese acompañamiento, lejos del rumor de la calle, escapando de la lluvia, pero acogiéndonos al paraguas de su bondad infinita. Y es en ese momento, cuando la luz vuelve a hacerse, cuando desaparece la magia del amor por el amor, es el instante en el que comprendo todo lo que pasa, todo lo que me envuelve, porque todo lo que soy capaz de sentir pasa también por delante de mi como un fanal de luz infinito.

Me pasas tu, Señor,  y la simiente
de ese fértil grano
que cae de tu mano
abierta al perdón, Cristo Yacente.
Me pasa el cilicio de tu muerte,
pasa tu pasión
hecha oración
en la esperanza de volver a verte…

Ángel M. de Pablos

miércoles, 22 de marzo de 2017

Nuestra Cofradía en La 8

Mañana jueves 23 de marzo, a las 22,15 h, vuelve a La 8 de Valladolid el programa Tiempo de Pasión, con Sergio Saseta.

Y en este primer programa aparecerá nuestra Cofradía, ya que se hablará de uno de los hábitos más especiales de la Semana Santa.

Enlace noticia Valladolid Cofrade

martes, 21 de marzo de 2017

La Dolorosa de Pedro de Mena

El hombre, a lo largo de los siglos, ha necesitado manifestar y expresar su inquietud interna, con el propósito de materializar el concepto espiritual en el ámbito sentimental. Desde las primeras manifestaciones artísticas realizadas en el Paleolítico Inferior, hasta las creaciones más actuales y vanguardistas, se han podido admirar   distintos estilos escultóricos a lo largo de toda la Historia del Arte. Pero si hay una etapa que destacar por la magnífica compilación de obras de arte, llenando los espacios de admiración y de devoción, esta es sin duda alguna, la época del Barroco.

Dentro del característico   estilismo exuberante de esa etapa, destaca uno de los autores más emblemáticos de la escultura barroca andaluza, Pedro de Mena. Una de sus creaciones más singulares, mediante la cual obtiene el verdadero reconocimiento del buen quehacer artístico y que representa uno de sus mejores baluartes dentro de su repertorio escultórico, es el estereotipo de escultura denominada,  Dolorosa.

Una de las obras escultóricas más importantes que mantiene este modelo iconográfico, se exhibe en el Museo de San Joaquín y Santa Ana en Valladolid, destacando una serie de características particulares, que la elevan a la categoría de obra maestra. La equilibrada composición piramidal, no sólo realza su elegancia compositiva, sino también su capacidad para persuadir la atención del espectador mediante su absoluto realismo y naturalidad.


Dolorosa (Pedro de Mena). Madera policromada, 1670. 
Museo de San Joaquín y Santa Ana

En ella observamos a una mujer joven, demacrada por el dolor, apesadumbrada por los acontecimientos y llena de tristeza. La influencia de Alonso Cano adquiere connotaciones especiales en el rostro a través de sus formas ovaladas, mostrando un gran sentimiento lleno de espiritualidad, reforzado por su particular  nariz afilada, la boca pequeña entreabierta y párpados medio cerrados, remarcando los ojos enrojecidos del desconsolado llanto, manifestando en cada una de las lágrimas derramadas,  el recogimiento del dolor contenido de su tristeza.

Llama poderosamente la atención el exquisito tratamiento de los ropajes y  pliegues de la túnica y manto, mostrando de forma discreta el cabello, entre las finas composiciones de madera, adquiriendo el formalismo conceptual de respeto y admiración que esta obra dispensa.

Hay que destacar que, independientemente de la absoluta maestría técnica de la composición escultórica, de la sintonía cromática de la túnica azul cobalto, del estofado de oro acompañado de la policromía naranja y carmesí de la camisa, de la estilizada toca beis que delinea  magistralmente el óvalo del rostro y de la extraordinaria  insinuación de dolor expresado en las manos y remarcado con sus dedos entrelazados, podemos observar la clara diferenciación de planos contenidos en esta escultura. De una parte, nos deleita con un casi imperceptible giro de la cabeza, representando la tristeza emocional, espiritual y divina de la Madre de Dios, contrapuesto con la sutil y ligerísima desviación de sus manos respecto del eje central del rostro, proyectando el dolor y sufrimiento del ámbito terrenal humano, estableciéndose un diálogo inexpresable entre ambas partes del cuerpo perfectamente armonizada, exteriorizando el inmenso sufrimiento de la Madre que llora la pérdida de su Hijo. Es una obra de gran realismo sentimental que trasmite de forma evidente, el profundo valor místico unido al delicado ámbito espiritual, mostrando la influencia religiosa de la escultura castellana de Gregorio Fernández.

El infinito dolor contenido de la Madre de Dios por la muerte de su Hijo, es lo único que puede explicar de forma fehaciente la extraordinaria maestría compositiva de esta obra  escultórica, capaz de cautivar, maravillar o estremecer, todos los corazones que se acercan a deleitar la realidad más sensacionalista, con el propósito de poder alcanzar el sentimiento más espiritual, donde se  manifiesta la esencia oculta de la más pura advocación religiosa, puesta en manos de una expresión formal del propio conocimiento humano.

En ella podemos admirar como lo contemplado y el contemplador se fusionan de tal forma, que da lugar al nacimiento de un sentimiento vinculante de complicidad y dependencia, intensificando su carácter devocional.

 Jesús Antonio Del Río Santana,
Gerente Museo de San Joaquín y Santa Ana

lunes, 20 de marzo de 2017

Carta del Presidente

Queridos cofrades, queridos amigos

Un año más nos encontramos a las puertas de otra Semana Santa. En los próximos días celebraremos el Triduo en honor al Santo Cristo Yacente en nuestra sede: La iglesia del Real Monasterio de San Joaquín y  Santa Ana. Y allí nos volveremos a ver cada viernes de cuaresma, velando junto a nuestro Cristo, que nos abrirá las puertas cada tarde para que podamos pasar un momento junto a él.

Después llegarán nuestras procesiones, cada una de ellas con un profundo sentido catequético, desde el Vía Crucis del Viernes de  Dolores, pasando por la Procesión eucarística del Verum Corpus y  el Santo Entierro de Cristo, sin olvidar nuestro papel recreando la Pasión de Nuestro Señor en la noche del Viernes Santo.

Tendremos igualmente la oportunidad de celebrar, junto con nuestras  hermanas de la comunidad cisterciense el Triduo Pascual. Disfrutemos  otro año del desayuno cofrade con ellas, en la mañana del Domingo de Resurrección. Repetiremos el día de encuentro cofrade en el mes de mayo...y la cofradía seguirá, como lo ha hecho desde hace ya 87   años.

Mucho han cambiado las cosas desde entonces, pero la esencia sigue estando en el interior vivo y en constante movimiento de nuestra  Cofradía, que evoluciona con su tiempo y se reinventa año tras año sin perder su auténtico sentido: Evangelizar a pie de calle, promoviendo  la caridad y la misericordia.

Tantas y tantas personas han dado su tiempo por y para la cofradía  que la lista sería interminable y seguramente incompleta. Muchas de ellas ya no están con nosotros, algunas nos han abandonado muy recientemente...Pero otros seguimos aquí.

Algunos sois miembros desde hace más de 50 años, otros ya pasáis los 25. Son muchos los años dedicados a vuestra cofradía, de una u otra manera. Por eso ha llegado el momento de reconocerlo. En la tarde del primer sábado de cuaresma, no solo impondremos la medalla a los nuevos cofrades, sino que además entregaremos un diploma a aquellos cofrades que cumplan 25 ó 50 años en la cofradía, con una insignia de plata con nuestro escudo para estos últimos, en agradecimiento por tantos años de pertenencia a la Cofradía del Santo Entierro de Valladolid.

En nombre de toda la Junta de Gobierno, y en el mío propio, os agradecemos que año tras año sigáis acompañando al Santo Cristo Yacente por las calles de Valladolid, convirtiéndoos en sus pasos, para que la gente los siga, y en su voz, para que la gente escuche, ahora que él tiende en su lecho victorioso, esperando la Resurrección.

Jesús González Expósito, Presidente

Nota aclaratoria: Esta carta del presidente se publicó en el boletín informativo de la Cofradía "Arimatea", días antes de la celebración del Triduo al Santo Cristo Yacente, del 2 al 4 de marzo.

viernes, 17 de marzo de 2017

Oración a Cristo Yacente


Señor Jesucristo, al ser puesto en el sepulcro has hecho tuya la muerte del grano de trigo, te has hecho el grano de trigo que muere y produce fruto con el paso del tiempo hasta la eternidad.

Desde el sepulcro iluminas para siempre la promesa del grano de trigo del que procede el verdadero maná, el pan de vida en el cual te ofreces a ti mismo. La Palabra eterna, a través de la encarnación y la muerte, se ha hecho Palabra cercana; te pones en nuestras manos y entras en nuestros corazones para que tu Palabra crezca en nosotros y produzca fruto.

Te das a ti mismo a través de la muerte del grano de trigo, para que también nosotros tengamos el valor de perder nuestra vida para encontrarla; a fin de que también nosotros confiemos en la promesa del grano de trigo. Ayúdanos a amar cada vez más tu misterio eucarístico y a venerarlo, a vivir verdaderamente de ti, Pan del cielo.

Auxílianos para que seamos tu perfume y hagamos visible la huella de tu vida en este mundo. Como el grano de trigo crece de la tierra como retoño y espiga, tampoco tú podías permanecer en el sepulcro: el sepulcro está vacío porque él –el Padre– no te «entregó a la muerte, ni tu carne conoció la corrupción»  Tú no has conocido la corrupción. Has resucitado y has abierto el corazón de Dios a la carne transformada. Haz que podamos alegrarnos de esta esperanza y llevarla gozosamente al mundo, para ser de este modo testigos de tu resurrección.

 (San Juan Pablo II)

miércoles, 15 de marzo de 2017

Delante de tu imagen yacente

Delante de tu imagen yacente,
confieso, Señor,
que vives para siempre
y eres nuestro Redentor.

Reconozco también,
que tus sendas son duras
y que es grande mi debilidad.

Por eso,
para que no decaiga mi fe,
quiero pedirte
la fuerza de tu Santo Espíritu.

Ayúdame a quitar
la dureza de mi corazón,
para que sea capaz
de corresponder a tu amor.

Robustece mi esperanza
y hazme descubrir
que siempre caminas a mi lado.

Dame tu vida,
esa misma que te libró del Sepulcro
y que está en la Eucaristía.
Y no permitas, Señor,
que nunca me aleje de ti.

martes, 14 de marzo de 2017

Tercer día del Triduo (Vídeo)


Tercer día del Solemne Triduo al Cristo Yacente (4 de marzo de 2017), organizado por nuestra Cofradía y presidido por D. Luis Argüello, Obispo Auxiliar de Valladolid.

Video: Iglesia en Valladolid

lunes, 13 de marzo de 2017

Venimos a adorarlo

Así expresaron los Magos de Oriente, el sentido de su búsqueda y camino a Herodes. Peregrino en Colonia, junto a la tumba de los Santos Reyes Magos, recorría las naves de la catedral interpretando los mensajes de las Capillas laterales que guían, para poder decir como los Magos: Venimos a adorarlo. De la cuna, la casa de Belén o portal,  pasando por la casa de Betania, el Cenáculo, la peregrinación culmina con un grupo del Santo Entierro, bellísimo,  de composición y factura semejante al grupo de Juan de Juni, hoy en el Museo de San Gregorio.

Existe un precioso paralelismo entre los Magos y los compañeros fieles de Jesús. Nicodemo llevó una mezcla de mirra y áloe de cien libras para difundir un fragante perfume, todo un tesoro. Ahora, en la entrega del Hijo, como ocurriera en la unción de Betania, se manifiesta una desmesura que nos recuerda el amor generoso de Dios, la «sobreabundancia» de su amor. Dios se ofrece generosamente a sí mismo. Si la medida de Dios es la sobreabundancia, también para nosotros nada debe ser demasiado para Dios.

Pero es necesario recordar también lo que san Pablo dice de Dios, el cual «por nuestro medio difunde en todas partes el olor de su conocimiento. Pues nosotros somos [...] el buen olor de Cristo» (2 Co 2, 14-15). En este momento en que algunos hablan de la descomposición de las ideologías, nuestra fe debería ser una vez más el perfume que conduce a las sendas de la vida. En el momento de su sepultura, comienza a realizarse la palabra de Jesús: « Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, dará mucho fruto» (Jn 12, 24). Jesús es el grano de trigo que muere. Del grano de trigo enterrado comienza la gran multiplicación del pan que dura hasta el fin de los tiempos: él es el pan de vida capaz de saciar sobreabundantemente a toda la humanidad y de darle el sustento vital: el Verbo de Dios, que es carne y también pan para nosotros, a través de la cruz y la resurrección. Sobre el sepulcro de Jesús resplandece el misterio de la Eucaristía. Así lo proclamamos gozosos en la adoración peregrina del Jueves Santo. Renovemos nuestro gesto de adoración.
En el camino de esta Cuaresma podemos compartir esta plegaria. Feliz Pascua 2017

ORACIÓN

Señor Jesucristo, al ser puesto en el sepulcro
has hecho tuya la muerte del grano de trigo,
te has hecho el grano de trigo que muere
y produce fruto con el paso del tiempo hasta la eternidad.
Desde el sepulcro iluminas para siempre
la promesa del grano de trigo
del que procede el verdadero maná,
el pan de vida en el cual te ofreces a ti mismo.
La Palabra eterna, a través de la encarnación y la muerte,
se ha hecho Palabra cercana; te pones en nuestras manos
y entras en nuestros corazones para que tu Palabra
crezca en nosotros y produzca fruto.
Te das a ti mismo a través de la muerte del grano de trigo,
para que también nosotros tengamos el valor
de perder nuestra vida para encontrarla;
a fin de que también nosotros confiemos
en la promesa del grano de trigo.
Ayúdanos a amar cada vez más tu misterio eucarístico
y a venerarlo, a vivir verdaderamente de ti, Pan del cielo.
Auxílianos para que seamos tu perfume
y hagamos visible la huella de tu vida en este mundo.
Como el grano de trigo crece de la tierra en espiga,
tampoco ,tú podías permanecer en el sepulcro:
el sepulcro está vacío porque el Padre
no te «entregó a la muerte,
ni tu carne conoció la corrupción»
 No, tú no has conocido la corrupción.
Has resucitado y has abierto el corazón de Dios
a la carne transformada.
Haz que podamos alegrarnos de esta esperanza
y llevarla gozosamente al mundo,
para ser de este modo testigos de tu resurrección.

Guillermo Camino Beazcua, Consiliario

lunes, 6 de marzo de 2017

Resumen gráfico del Triduo

Una vez celebrado el Triduo en honor del Santo Cristo Yacente, nuestro titular, os dejamos unas imágenes a modo de resumen gráfico, destacando la repercusión en la prensa, y en concreto en El Norte de Castilla.

El sábado vivimos uno de los momentos más emocionantes, con la imposición de la medalla a casi una veintena de nuevos cofrades, a los que recibimos con gran alegría, el nombramiento a nuestro querido obispo auxiliar, don Luis Argüello, como cofrade de honor, y la entrega de diplomas e insignias a los cofrades que han cumplido 25 y 50 años en nuestra Cofradía.



El Norte de Castilla

El Norte de Castilla
 
Rubén Olmedo Tomillo (@RubenOlmedo)