viernes, 27 de febrero de 2015

Imágenes de Cristo Yacente

Abrimos hoy una nueva sección del blog, que se llamará "Imágenes de Cristo Yacente". En ella iremos mostrando pinturas y esculturas de esta iconografía.


Cristo muerto. Andrea Mantegna. 1475.


El entierro de Cristo. Antonio Ciseri. 1821-1891


El entierro de Cristo. Carl Heinning Bloch. 1875


La lamentación sobre Cristo muerto. Nicolas Poussin


El entierro de Cristo. Peter von Cornelius. 1783-1867


Santo entierro. Tiziano. 1523-1526


Santo entierro. Tiziano 1477/1490-1576

Hoy abrimos la iglesia

Hoy, como todos los viernes de Cuaresma, la iglesia del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana permanecerá abierta de 17,30 a 21 h, para que nuestros cofrades, amigos y público en general puedan venerar y rezar ante la sagrada imagen del Santo Cristo Yacente.

Carta del Presidente

Queridos cofrades, queridos amigos:
Algo está pasando en el seno de nuestra Cofradía, algo bueno, algo histórico me atrevería a decir. Y lo estamos haciendo entre todos. Gracias.
Han sido 50 años los que hemos acompañado a nuestro Jesús Yacente hasta la parroquia de San Pío X, en el barrio de Girón. Era la Procesión del Santo Entierro, o “Procesión de Girón” como bien nos recordaba el año pasado, con una reflexión magnifica, mi muy querido Fernando Martín. Mantuvimos ese espíritu de cortejo fúnebre, perfectamente encajado con nuestro procesionar.
Esta junta de gobierno tomó las riendas de la Cofradía con el objetivo de continuar de algún modo la tendencia de crecimiento que se estaba gestando desde directivas anteriores. Las mejoras externas y necesarias que se produjeron, mejoras de patrimonio material (nueva carroza, nuevos enseres…) están en relación con las mejoras internas que se están llevando a cabo ahora, no menos necesarias.
Dos focos importantes: el personal y el estrictamente religioso.
Durante estos primeros cuatro años hemos trabajado en el patrimonio más importante que tienen las cofradías: sus cofrades. Primero intentando mantener a aquellos que están, y segundo (y más importante) recuperando a aquellos que por algún motivo se fueron, y que hoy vuelven a estar entre nosotros. Nunca han estado cerradas las puertas de la Cofradía, ni para salir ni para entrar, independientemente de quienes estuviéramos coordinado la misma. Será de los pocos sitios en los que cuando alguien sale, no se le dice que cierre la puerta. Más bien es al contrario, hay que dejarla abierta de par en par, para que se pueda volver. Esta será siempre nuestra Cofradía. Por nuestra parte continuamos, con más o menos acierto, trabajando en ese patrimonio personal. Desde la Vocalía de Infancia y Juventud se organizan actividades durante el año para potenciar el cariño de los más pequeños hacia la Cofradía.
El segundo foco requería de una reflexión más profunda. Se trataba de reconducir nuestros actos y procesiones dándoles el sentido que, bajo nuestro punto de vista, deberían tener, asesorados en todo momento por nuestro Consiliario y cofrade Guillermo Camino. Sin su apoyo incondicional nada de esto se estaría gestando.
Ese sentido lo reflejamos en signos, como “rendir el farol” al paso del Cristo Yacente, o nuestro acto de la Entrega de la Luz, en la noche del Jueves Santo (acto alternativo a la procesión), toda la simbología y riqueza catequética que tiene el Ejercicio del Via Crucis que realizamos en la Parroquia de San Lorenzo Mártir, y más recientemente el Epitaphion, o la colocación del sudario o mortaja sobre el Yacente después de la Procesión General, simbolizando ese “pusieron allí a Jesús” que relatan los evangelios.
Todo este proceso reflexivo, iniciado hace 4 años, culmina esta Semana Santa 2015. El Jueves Santo, procesionaremos al Cristo Yacente hacia la Catedral en la Procesión del Verum Corpus, dándole un significado más sacramental, con dos actos centrales en la Catedral y en la Plaza del Salvador.
El entierro de Cristo tomará el protagonismo que se merece en el ya desaparecido “Traslado del Cristo Yacente”. El “Santo Entierro de Cristo”, en la tarde del Sábado Santo, será salida procesional que ponga el broche de oro a los actos y procesiones que organiza la Cofradía del Santo Entierro de Valladolid durante su Semana Grande.
A partir de ahora comienza otro nuevo proyecto de consolidación y asimilación de estas dos procesiones, que junto con la apertura de la Iglesia del Real Monasterio durante todos los viernes de la Cuaresma con la imagen expuesta, contribuirá a aumentar la devoción de Valladolid nuestro Cristo Yacente.
Gracias a todos por vuestro apoyo y por seguir junto al cuerpo tendido del Cristo Yacente, Nuestro Señor.

Jesús González Expósito
Presidente

jueves, 26 de febrero de 2015

Junta de Gobierno

Estamos ya dentro de la Cuaresma y quedan poco días para la Semana Santa. Por eso, os recordamos la composición de la Junta de Gobierno, a quienes os debéis dirigir en caso de que tengáis alguna duda o necesidad. Los miembros de la Junta de Gobierno son:
Consiliario: D. Guillermo Camino Beazcua
Presidente: D. Jesús González Expósito
Vicepresidente: D. Antonio Bethencourt Alonso
Secretario: D. David Martín Lázaro
Tesorero: D. David Benito Pascual
Hermano Mayor - Comisario: D. Rafael Esparza Orduña
Vocal: D. Fernando Tribiño Fernández
Vocal: D. Alberto Pascual Villota
Vocal: D. Ángel Luis Macías Miguel
Vocal: D. Miguel Ángel González Expósito

miércoles, 25 de febrero de 2015

En recuerdo de la Madre Carmen

Como ya anunciamos en este blog, la Madre Carmen falleció el 7 de febrero de 2015. En su memoria, os dejamos ahora esta reseña que aparecía en el blog Vivamos la alegría:

Nuestra Hermana M. Carmen Solla Rodríguez, entregó su alma a Dios, el día siete de febrero de 2015, tenía 87 años, padeció una larga enfermedad que mermó sus capacidades.
Trabajó a favor del monasterio desempeñando durante muchos años el cargo de priora, y en la despensa, desde la cual ejerció la generosidad con varias personas, tuvo especial cariño y apego a este trabajo, pasando largo tiempo en este espacio y queriendo siempre estar presente en el reparto.
Su carácter era alegre, y desenfadado, con chispa. Fue una fiel colaboradora de la abadesa, a cuyo lado permaneció siempre unida en la enfermedad.
Que pase a gozar de la patria celestial, después de su peregrinaje en la tierra.


Último número de Iglesia en Valladolid

Ya está disponible para su descarga y lectura el último número (segunda quincena de febrero) de la revista diocesana Iglesia en Valladolid. Puede descargarse en pdf haciendo click aquí.

En ella se puede encontrar, entre otros muchos contenidos, información sobre la VII Semana Diocesana de Cine Espiritual, que tendrá lugar entre los días 1 y 6 de marzo.

martes, 24 de febrero de 2015

Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2015

Cuaresma 2015: Fortalezcan sus corazones (St 5,8)

Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un «tiempo de gracia» (2 Co 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: «Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero» (1 Jn 4,19). Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos.

Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos.

Cuando el pueblo de Dios se convierte a su amor, encuentra las respuestas a las preguntas que la historia le plantea continuamente. Uno de los desafíos más urgentes sobre los que quiero detenerme en este Mensaje es el de la globalización de la indiferencia.

La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan.

Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre. En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y resurrección del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra.

Y la Iglesia es como la mano que tiene abierta esta puerta mediante la proclamación de la Palabra, la celebración de los sacramentos, el testimonio de la fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5,6). Sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta a través de la cual Dios entra en el mundo y el mundo en Él. Así, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida.

El pueblo de Dios, por tanto, tiene necesidad de renovación, para no ser indiferente y para no cerrarse en sí mismo. Querría proponerles tres pasajes para meditar acerca de esta renovación.

1. «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26) – La Iglesia

La caridad de Dios que rompe esa cerrazón mortal en sí mismos de la indiferencia, nos la ofrece la Iglesia con sus enseñanzas y, sobre todo, con su testimonio. Sin embargo, sólo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres.

Nos lo recuerda la liturgia del Jueves Santo con el rito del lavatorio de los pies. Pedro no quería que Jesús le lavase los pies, pero después entendió que Jesús no quería ser sólo un ejemplo de cómo debemos lavarnos los pies unos a otros. Este servicio sólo lo puede hacer quien antes se ha dejado lavar los pies por Cristo. Sólo éstos tienen “parte” con Él (Jn 13,8) y así pueden servir al hombre.

La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en particular la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo. En él no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto poder en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás. «Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12,26).

La Iglesia es communio sanctorum porque en ella participan los santos, pero a su vez porque es comunión de cosas santas: el amor de Dios que se nos reveló en Cristo y todos sus dones. Entre éstos está también la respuesta de cuantos se dejan tocar por ese amor. En esta comunión de los santos y en esta participación en las cosas santas, nadie posee sólo para sí mismo, sino que lo que tiene es para todos.

Y puesto que estamos unidos en Dios, podemos hacer algo también por quienes están lejos, por aquellos a quienes nunca podríamos llegar sólo con nuestras fuerzas, porque con ellos y por ellos rezamos a Dios para que todos nos abramos a su obra de salvación.

2. «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9) – Las parroquias y las comunidades

Lo que hemos dicho para la Iglesia universal es necesario traducirlo en la vida de las parroquias y comunidades. En estas realidades eclesiales ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada? (cf.Lc 16,19-31).

Para recibir y hacer fructificar plenamente lo que Dios nos da es preciso superar los confines de la Iglesia visible en dos direcciones.

En primer lugar, uniéndonos a la Iglesia del cielo en la oración. Cuando la Iglesia terrenal ora, se instaura una comunión de servicio y de bien mutuos que llega ante Dios. Junto con los santos, que encontraron su plenitud en Dios, formamos parte de la comunión en la cual el amor vence la indiferencia.

La Iglesia del cielo no es triunfante porque ha dado la espalda a los sufrimientos del mundo y goza en solitario. Los santos ya contemplan y gozan, gracias a que, con la muerte y la resurrección de Jesús, vencieron definitivamente la indiferencia, la dureza de corazón y el odio. Hasta que esta victoria del amor no inunde todo el mundo, los santos caminan con nosotros, todavía peregrinos. Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia, escribía convencida de que la alegría en el cielo por la victoria del amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima: «Cuento mucho con no permanecer inactiva en el cielo, mi deseo es seguir trabajando para la Iglesia y para las almas» (Carta 254,14 julio 1897).

También nosotros participamos de los méritos y de la alegría de los santos, así como ellos participan de nuestra lucha y nuestro deseo de paz y reconciliación. Su alegría por la victoria de Cristo resucitado es para nosotros motivo de fuerza para superar tantas formas de indiferencia y de dureza de corazón.

Por otra parte, toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los hombres.

Esta misión es el testimonio paciente de Aquel que quiere llevar toda la realidad y cada hombre al Padre. La misión es lo que el amor no puede callar. La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8). Así podemos ver en nuestro prójimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resucitó. Lo que hemos recibido, lo hemos recibido también para ellos. E, igualmente, lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad.

Queridos hermanos y hermanas, cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia.

3. «Fortalezcan sus corazones» (St 5,8) – La persona creyente

También como individuos tenemos la tentación de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda
nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?

En primer lugar, podemos orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tantas personas. La iniciativa 24 horas para el Señor, que deseo que se celebre en toda la Iglesia —también a nivel diocesano—, en los días 13 y 14 de marzo, es expresión de esta necesidad de la oración.

En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad, llegando tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participación en la misma humanidad.

Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos.

Para superar la indiferencia y nuestras pretensiones de omnipotencia, quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino de formación del corazón, como dijo Benedicto XVI (Ct. enc. Deus caritas est, 31).

Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro.

Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con ustedes a Cristo en esta Cuaresma: “Fac cor nostrum secundum Cor tuum”: “Haz nuestro corazón semejante al tuyo” (Súplica de las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús). De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia.

Con este deseo, aseguro mi oración para que todo creyente y toda comunidad eclesial recorra provechosamente el itinerario cuaresmal, y les pido que recen por mí.

Que el Señor los bendiga y la Virgen los guarde.

Vaticano, 4 de octubre de 2014 Fiesta de san Francisco de Asís

Franciscus

lunes, 23 de febrero de 2015

A las llagas del Santo Cristo Yacente

En silencio que admira, te contemplo: Santo Cristo Yacente.
Recorro en la cercanía de tu cuerpo, las heridas de tu muerte,
y descubro en tu descanso, el valor del vencedor, aún dolido.

Sé que las marcas de tu Pasión, lo son aún más de Gloria,
Sé que en ellas no sólo está el recuerdo del dolor que venciste,
pues son tus llagas, la llave santa de la santa Puerta,
por la que participamos de tu Resurrección.

Yo os adoro, Llagas sagradas de Jesús, fuente inagotable de todos los bienes,
asilo constante abiertas al arrepentimiento de quien busca conversión.

Yo os amo, Llagas dolorosas por la que hemos sido redimidos y salvados.

Yo os bendigo, Llagas gloriosas que brilláis desde el cielo,
junto al Padre y sois causa de nuestra salud, encended en el fuego del Espíritu nuestro amor.

Oh Jesús, por los méritos de vuestras Santas Llagas, salvadnos. En estos tiempos arduos, tened piedad de nosotros. Dadnos hacer conocer a todos los hombres la manifestación de tanto amor que brotan de Cristo el Señor.

Que en ellas contemplemos por cuán grande amor hemos sido redimidos,
que nos ayuden a reconocer nuestra falta de amor.

Tus llagas, Santo Cristo Yacente, son trofeo de vencedor,
en ellas hallamos la fe para tener esperanza
en la construcción de la civilización del Amor.
Son faros que iluminan la Victoria de tu resurrección.

Cristo Jesús, al contemplar tu cuerpo tan herido,
descansando activo, aguardando la Resurrección,
te pedimos que se haga manifiesta tu Victoria sobre toda forma de muerte,
que el mal vencido en tu Anástasis, no sea acrecentado por nuestra debilidad.

Por tu Corazón y vuestras llagas adorables, oh Rey Jesús, triunfad en nuestra flaqueza, fortalecednos con vuestra ternura para ser fieles en la confesión y vivencia de la fe. Amén

(G.C.B. Cofradía del Santo Entierro 2015, Año teresiano)


San Bernardo le preguntó al Divino Salvador, cual fue su dolor en la Pasión más desconocido por los hombres. Jesús le respondió: Tenía una llaga profundísima en el hombro sobre el cual cargue mi pesada cruz; esa llaga era la mas dolorosa de todas. Los hombres no la conocen. Honrad pues esta llaga y haré todo lo que por ella pidas 

Oh amantísimo Jesús, Cordero mansísimo de Dios, yo, miserable pecador, saludo y venero la llaga sacratísima del hombro en que llevaste tu pesada cruz, que desgarró tu carne y descubrió tus huesos causándote un dolor mayor que el de cualquiera otra llaga de tu sacratísimo cuerpo. Yo te adoro, oh afligidísimo Jesús: te alabo, bendigo y glorifico, y te doy gracias por esta sacratísima y dolorosísima llaga, rogándote por su excesivo dolor y por el enorme peso de tu cruz, tengas misericordia de mí pecador, me perdones todos los pecados mortales y veniales, y me conduzcas al cielo por el camino de tu cruz. Así sea.

Dios mío, mi único bien y mi todo. Vos sois todo para mí, sea yo todo para vos.

ORACIÓN A LAS SANTAS LLAGAS DE CRISTO YACENTE

"Pues ya andaba mi alma cansada y, aunque quería, no le dejaban descansar las ruines costumbres que tenía. Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle." Santa Teresa de Jesús, Vida, 9, 1

Al estar de rodillas ante Vuestra imagen sagrada, oh Salvador mío, mi conciencia me dice que yo he sido él que os ha clavado en la cruz, con estas mis manos. Me echo de rodillas, convencido de que aún puedo reparar las injurias con que os he inferido. Al menos os puedo compadecer, puedo daros gracias por todo lo que habéis hecho por mí. Perdonadme, Señor mío. Por eso con el corazón y con los labios digo:

A LA LLAGA DEL PIE IZQUIERDO

Santísima llaga del pie izquierdo de mi Jesús, os adoro. Me duele, buen Jesús, veros sufrir aquella pena dolorosa. Os doy gracias, oh Jesús de mi alma, porque habéis sufrido tan atroces dolores para detenerme en mi carrera al precipicio, desangrándoos a causa de las punzantes espinas de mis pecados. Ofrezco al Eterno Padre, la pena y el amor de vuestra santísima Humanidad para resarcir mis pecados, que detesto con sincera contrición.

A LA LLAGA DEL PIE DERECHO

Santísima llaga del pie derecho de mi Jesús, os adoro. Me duele, buen Jesús, veros sufrir tan dolorosa pena. Os doy gracias, oh Jesús de mi vida, por aquel amor que sufrió tan atroces dolores, derramando sangre por mis pasos perdidos. Ofrezco al Eterno Padre, la pena y el amor de vuestra santísima Humanidad, y le pido la gracia de llorar mis transgresiones y de perseverar en el camino del bien, cumpliendo fidelísimamente los mandamientos de Dios.

A LA LLAGA DE LA MANO IZQUIERDA

Santísima llaga de la mano izquierda de mi Jesús, os adoro. Me duele, buen Jesús, veros sufrir tan dolorosa pena. Os doy gracias, oh Jesús de mi vida, porque por vuestro amor me habéis librado de sufrir la flagelación y la eterna condenación, que he merecido a causa de mis pecados. Ofrezco al Eterno Padre, la pena y el amor de vuestra santísima Humanidad y le suplico me ayude a hacer buen uso de mis fuerzas y de mi vida, para producir frutos dignos de la gloria y vida eterna y así desarmar la justa ira de Dios.


A LA LLAGA DE LA MANO DERECHA

Santísima llaga de la mano derecha de mi Jesús, os adoro. Me duele, buen Jesús, veros sufrir tan dolorosa pena. Os doy gracias, oh Jesús de mi vida, por haberme abrumado de beneficios y gracias, y eso a pesar de mi obstinación en el pecado. Ofrezco al Eterno Padre la pena y el amor de vuestra santísima Humanidad y le suplico me ayude para hacer todo para mayor honra y gloria de Dios.

A LA LLAGA DEL SACRATÍSIMO COSTADO

Santísima llaga del Sacratísimo costado de mi Jesús, os adoro. Me duele, Jesús de mi vida, ver como sufristeis tan gran injuria. Os doy gracias, oh buen Jesús, por el amor que me tenéis, al permitir que os abrieran el costado, con una lanzada y así derramar la última gota de sangre, para redimirme. Ofrezco al Eterno Padre esta afrenta y el amor de vuestra santísima Humanidad, para que mi alma pueda encontrar en vuestro Corazón traspasado un seguro refugio. Así sea.

domingo, 22 de febrero de 2015

sábado, 21 de febrero de 2015

Nuestro Presidente en "Paso a paso"

Hoy el presidente de nuestra cofradía, Jesús González, ha participado como invitado en el programa “Paso a Paso” de Radio Valladolid Cofrade. En el programa de hoy se ha hablado sobre las distintas novedades que se introducirán en la Semana Santa de Valladolid de 2015. Dentro de estas novedades se encuentra la modificación de la procesión del Santo Entierro que tiene lugar el Jueves Santo, pasando a llamarse ahora la procesión del Verum Corpus.
Haciendo click aquí se puede escuchar el programa donde se habla de todo lo expuesto anteriormente con mayor extensión.


Paula Adeva

La Sagrada Cena presidirá el Pregón

El pregón de la Semana Santa de Valladolid, que tendrá lugar en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana, será pronunciado el próximo 20 de marzo por Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y recientemente proclamado Cardenal.
Como se viene haciendo desde hace dos décadas, dicho pregón estará presidido por una imagen de la Semana Santa vallisoletana. Este año con motivo de su 75 aniversario, presidirán el pregón las imágenes que conforman el paso titular de la Cofradía Penitencial y Sacramental de la Sagrada Cena, realizadas por Juan Guraya Urrutia en 1958.
Tras el último comunicado, las trece tallas que conforman el paso titular de la Sagrada Cena se podrán ver con una disposición diferente a como acostumbran a ir en su paso procesional.
Para aquellos cofrades que quieran acudir al pregón, tendrá lugar el 20 de marzo a las 20,00 h en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana, tal y como se indica en el boletín informativo que se os ha enviado.

Paula Adeva


Foto: Daniel Gómez