martes, 3 de marzo de 2015

Reflexión de nuestro Consiliario

Salve, Verdadero Cuerpo nacido
de la Virgen María,
verdaderamente atormentado, sacrificado
en la cruz por la humanidad,
de cuyo costado perforado
fluyó agua y sangre;
Sé para nosotros un anticipo
en el trance de la muerte.

Queridos hermanos y hermanas que veneráis el Misterio de Misericordia manifestado en el Cuerpo Yacente de Nuestro Señor Jesucristo, Cuerpo solidario del dolor humano, que desea ser redimido y alzado, Cuerpo-espejo de nuestra propia corporeidad, que busca ser santificada por su Amor.

Asumimos el compromiso de iniciar el camino cuaresmal en este 2015, en un año, en que solidarios a tantas esperanzas de superación y mejora de las condiciones de nuestra sociedad, también queremos dar una respuesta positiva a nuestro tiempo. Escribo estas líneas a la par que leo la noticia que recoge el Día de Valladolid, el anuncio de aspectos significativos de nuestra Semana Santa, en donde se destaca la nueva orientación de nuestra espiritualidad sacramental, y por tanto el sentido de las novedades incorporadas en esta Pascua. Todo ello es fruto del deseo de ser fieles y a la vez creativos, de renovar en fidelidad, de dar sentido y acercar afectos, y en ello nos necesitamos todos. Tenemos un deber importante: dar sentido, ¿qué es venerar el Cuerpo de Cristo?

Venerar el Cuerpo de Cristo es venerar su Humanidad entregada, su solidaridad con nuestra humanidad, de la que Él asumió y así sólo pudo salvar. Para que seamos como Él, ha sido como nosotros. Su cuerpo yacente nos recuerda nuestra búsqueda de ser como Él, de superar cuanto nos abaja y hunde, para llevar una vida más exaltada, más libre, más auténtica, más próxima al buen querer de Dios.

Tendremos ocasión en esta Semana que nos haga un poco más santos, para pensar cómo elevar el nivel de nuestra vida, pues veneramos a un Cristo que yace para ser exaltado. A este cuerpo, merece la pena, que le digamos: Salve. Es un cuerpo nacido, acunado, nutrido, velado por tan buena Madre. Un cuerpo fortalecido que sanó las dolencias de los oprimidos por el mal. Un cuerpo venerado por las discípulas, siempre tan cercanas, al querer del Maestro. Un cuerpo abierto a dar amor sin límites, un cuerpo que es puerta para nuestro paso a la patria cierta, la que por ser eterna, es regalo sólo de Dios.

Hermanas, hermanos, veneremos, oremos, amemos este Santo Cuerpo, el mismo que pregustamos, del que podemos tener ya experiencia en este hoy de nuestro sentarnos a la mesa fraterna, pues en ella está su Amor, su Vida, hecha cuerpo, “tangible, cercano, amigo”… Os esperamos para conocerlo, sentirlo, dejar que nos ame y al fin decirle: Salve. Pocos como el Maestro de la imagen de Cristo, Gregorio Fernández, supieron aunar el misterio de la contemplación eucarística con la veneración del cuerpo anhelante de dar vida en la anacrusa de su resurrección. Pocos, como nosotros, seremos capaces de vivirlo, muchos a quien contarlo.

Feliz Pascua.

Guillermo Camino
Consiliario

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