sábado, 8 de marzo de 2014

Domingo de decisiones

“Entonces Jesús fue llevado del Espíritu al desierto, para ser tentado”

Si alguno de estos días os acercáis hasta Santa Ana no dejéis de pasar por el Museo. Paraos un instante ante de uno de los lienzos más originales de la colección monástica. Me refiero a las tentaciones de Jesús en el desierto, una obra anónima del XVII. En ella aparece representado por tres veces Jesús, en distintos planos, que sugieren una acción continuada. Las tres secuencias representan el paso de los cuarenta días de Jesús en el desierto, lugar al que fue llevado por el Espíritu para discernir, decidir, orientar.
Dicho ejercicio no resulta fácil. El desierto llama, pero el hombre prefiere la ciudad y sus ruidos, sus compañías, que con frecuencia se ven amenazadas por el valor de la verdad que la soledad del desierto nos sugiere. A todos nos gusta cambiar de aires, tierras y aguas. Por qué buscar de vez en cuando, aún en pareja o familia, buscar estos tiempos y lugares para encontrarnos con nosotros mismos, para preguntarnos y replantear. El cristiano como Jesús debe escuchar la llamada del desierto. Todos tenemos alguna tarde de domingo, un paseo de sábado, un cuarto de hora para levantarnos antes y tomarnos el pulso. ¿Cómo estoy y qué voy viviendo?
Jesús no tuvo miedo de responderse, no sólo en estos días de desierto, sino aún en noches frecuentes de soledad y montaña. Cada Cuaresma, comienza con esta llamada del desierto y al desierto. Jesús en su experiencia sintió la llamada a vivir en la verdad de la voluntad del Padre. No se trata sólo de saber qué nos gusta, en qué encuentro paz o desasosiego. La verdadera paz reside en una conformidad mayor, hacer lo que Dios quiere, que siempre es lo mejor de lo que uno puede pensar.
La tentación fue constante en la vida de Jesús. Ésta le acompañó desde el principio hasta el fin, desde el bautismo hasta la muerte de cruz. Porque en la medida con la que el anuncio de la Buena Nueva del Reino se extendía en medio del pueblo, crecía la presión sobre Jesús para adaptarse a las perspectivas mesiánicas del pueblo y ser el mesías que los otros deseaban y querían: "mesías glorioso y nacionalista", "mesías rey", "mesías sumo sacerdote", "mesías juez", "mesías guerrillero", "mesías doctor de la ley". La carta a los Hebreos dice: "El fue probado en todo a semejanza de nosotros, menos en el pecado" (Heb 4,15). Pero la tentación no ha conseguido jamás desviar a Jesús de su misión. El continuaba firme en el camino del "Mesías Siervo" anunciado por el profeta Isaías y esperado sobre todo por los pobres del pueblo, los anawim. Al respecto, Jesús no ha tenido miedo de provocar conflictos, ni con las autoridades, ni con las personas más queridas.

Con Él y junto a Él podemos orar diciendo:
No me dejes en la tentación de lo fácil
No dejes que, mi vida, sea un trayecto de mínimos. No permitas que, ante las dificultades,
me repliegue por cobardía, el qué dirán o vergüenza. ¡APÁRTAME, SEÑOR!
Porque Tú lo sabes, aspiro a tener
aunque te diga que lo importante es “ser”
Porque disfruto recibiendo más que ofreciendo
Porque, el ser perdonado, siempre me resulta
más gratificante y hasta menos duro ante los ojos de los demás
que, ir por ahí, yo perdonando.

Guillermo Camino
Consiliario

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