sábado, 20 de marzo de 2021

Carta del Presidente: Sonreir con los ojos

Queridos cofrades, queridos amigos.
No hace mucho hablábamos de la importancia de las nuevas tecnologías para la comunicación. La apuesta es definitiva por esta nueva forma de acercarnos los unos a los otros, ya sea a nivel personal o laboral.

Ante situaciones adversas siempre hay que intentar sobreponerse, reinventarse, buscar posibilidades… en definitiva se trata de no caer en derrotismos y buscar la oportunidad frente a la precariedad. Y esto es lo que está pasando en muchas situaciones, y en el ámbito de la comunicación así ha sido. Hasta los más reacios a usar las nuevas tecnologías han sucumbido ante la oportunidad de recibir una videollamada de sus seres queridos, y ya forma parte de su día a día, no sin antes haber recibido una buena dosis de clases avanzadas y de echar muchas horas de formación intensa. Otros han tenido que cambiar su forma de trabajo, su forma de vender o de enseñar, y todo ello partiendo de cero en muchas ocasiones.

Cuando estamos viendo una procesión, además de fijarnos en los hábitos, la banda o la talla, en ocasiones dirigimos nuestra mirada a los ojos de los cofrades que van con capirote, desfilando ante nosotros. Puede que sea por si reconocemos a alguien que nos devuelve la mirada, o por buscar una complicidad en el anonimato de la oración, pero existe ese cruce temporal de miradas.

Desde que empezó la pandemia llevamos una mascarilla (de mil y una variedades) que nos tapa toda la cara, salvo los ojos. El ser humano, cuando habla, usa aproximadamente 36 músculos. Con cada carcajada ponemos en marcha casi 400, 15 si sólo sonreímos… y todos esos músculos funcionando generan gestos que expresan aquello que estás diciendo o sintiendo.

En este aspecto también hemos tenido que reinventarnos, siendo ahora los ojos el espejo del alma (o la ventana del alma, como ya se ha dicho en alguna ocasión). Hemos tenido que aprender a hablar con los ojos, a transmitir sentimientos como la comprensión, la admiración, la sorpresa o el miedo con los ojos. Una expresión tan manida como “una mirada vale más que mil palabras” tiene hoy más sentido que nunca. Con los ojos transmitimos aquello que nuestros labios y mejillas no pueden reflejar. Hemos aprendido a sonreír (sólo) con los ojos.

Es cierto que nada de esto es nuevo, ya que el lenguaje de los ojos se estudia desde hace siglos, pero qué duda cabe que hoy está más actual que nunca y en nuestro día a día recibimos y dirigimos casi tantas miradas a los ojos como las que reciben esos cofrades anónimos que posesionan cada Semana Santa por nuestras calles.

No en vano, en muchos pasajes del Evangelio, se habla de la mirada de Jesús. Marcos nos cuenta como cuando un joven rico se dirigió a Jesús preguntándole que qué más le faltaba para ganar el Reino de los Cielos, toda vez que ya cumplía con los mandamientos: “Jesús fijó su mirada en él con amor, y le dijo: "Te falta una cosa. Anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme". Además de esa mirada de amor, descubrimos también ojos apenados de Jesús cuando, después de negarle Pedro por tercera vez, el Señor, dándose vuelta, miró a Pedro... Y Pedro, saliendo afuera, lloró amargamente, según nos dice en esta ocasión Lucas.

La importancia de una mirada sincera, de bondad, de cariño o de perdón son claves en nuestro día a día como cristianos y seguidores de ese Jesús que nos miraba antes y que lo sigue haciendo ahora, con sus ojos entre abiertos mientras yace ante nosotros, transmitiéndonos todo su amor y sacrificio.

Hoy debemos trasmitir su mirada a aquellos que nos rodean, sin esquivarla, aunque nos incomode los que nos dice en el silencio de la oración, de esa mirada hacia nuestro interior que tanto nos asusta.

Hoy somos nosotros los que, a través de nuestros ojos, podemos expresar nuestra felicidad de sentirnos mirados por Cristo, y debemos devolver esa mirada a nuestro alrededor, amando con nuestra visión, perdonando con nuestros ojos, abrazando y besando lo que nuestros brazos y labios no pueden hacer, con sólo una mirada.

Jesús González Expósito, Presidente

No hay comentarios:

Publicar un comentario