lunes, 9 de marzo de 2015

Sábado Santo: Junto al sepulcro del Señor

En el Sábado Santo la Iglesia, tras conmemorar el día anterior la muerte de Cristo en la Cruz, espera el momento de la Resurrección. La liturgia y la tradición de la Iglesia católica señalan dos líneas muy claras para este tercer día del Triduo Pascual: por un lado, permanecer junto al sepulcro del Señor; y por otro, acompañar a la Madre en su soledad. Respecto a esta segunda cuestión, en nuestra Cofradía hemos carecido siempre de una advocación mariana que considero absolutamente necesaria, y algo en lo que deberíamos trabajar a corto o medio plazo. Bien es verdad que durante mucho tiempo la preciosa Dolorosa de Pedro de Mena, de gran valor artístico, ha estado presente junto al Santo Cristo yacente en nuestros cultos cuaresmales. Y más recientemente, ha venido ocupando su lugar la Virgen del Capítulo, una imagen de mayor interés procesional y con una estética de Virgen de la Soledad, mucho más acorde con el Sábado Santo, en el que la Madre permanece junto al sepulcro de su Hijo, esperando llena de fe su victoria sobre la muerte.

En lo que se refiere a la permanencia junto al sepulcro, el Directorio de Piedad Popular y Liturgia indica que “durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su Pasión y Muerte, su descenso a los infiernos y esperando en la oración y el ayuno su Resurrección". Este es un día de silencio, de experimentar el vacío, en el que la comunidad cristiana vela junto al sepulcro; es un día para contemplar y reflexionar, un día de dolor, de soledad y de esperanza. El altar permanece despojado y el sagrario abierto y vacío. Todo está consumado, todo se ha cumplido.

Pero el Sábado Santo no es un día ni vacío de contenido ni que duplica al Viernes Santo. Nada de eso: Cristo está en el sepulcro, ha descendido al lugar de los muertos; y junto a Él, la Virgen María y la Iglesia. El Sábado Santo está en el corazón del Triduo Pascual, entre la muerte del Viernes y la Resurrección del Domingo. Cristo muerto, sepultado y resucitado.

En nuestra ciudad, es llamativo comprobar que el Sábado Santo se venía considerando hasta ahora como un día no procesional, a diferencia de lo que ocurre en localidades de nuestra propia diócesis o en otras como Sevilla, Cáceres, Málaga, Murcia, Granada, etc. Y si nos atenemos a lo que dice el Directorio, una procesión bien definida por las líneas maestras que hemos ido explicando no es contraria a la liturgia del día, sino todo lo contrario. Por eso, como cofrades del Santo Entierro, nuestro día grande debe ser el Sábado Santo. En alguna ocasión nuestro consiliario nos ha animado a fijarnos en esos primeros cofrades del Santo Entierro que, con José de Arimatea a la cabeza, enterraron a Cristo; los que permanecieron junto al sepulcro recordando sus palabras, su Pasión y Muerte, y esperando su prometida Resurrección. Pues, hermanos, desde la fundación de nuestra Cofradía somos depositarios de la tradición de esos primerísimos cristianos, y por lo tanto, debemos ser modelo dentro de la Iglesia permaneciendo junto al sepulcro del Señor. Y posiblemente la mejor forma de hacerlo sea con un acto-procesión del Santo Entierro, que nos ayude a meditar e interiorizar estos misterios.

Jorge Mongil Manso

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