martes, 12 de abril de 2022

Nuestras procesiones

Procesión del Verum Corpus

Día 14 de abril (Jueves Santo)

A las 23,45 h de la noche dará comienzo la procesión del Verum Corpus, en la que acompañaremos a nuestra imagen titular hasta la Santa Iglesia Catedral Metropolitana. Recorrido: Plaza de Santa Ana, Pasión, Reina, Correos, Plaza de la Rinconada, Cebadería, Especería, Plaza del Ochavo, Vicente Moliner, Plaza de Fuente Dorada, Cánovas del Castillo, Regalado, Cascajares, hasta la Santa Iglesia Catedral Metropolitana, en cuyo interior se realizará una Estación ante el Santísimo Sacramento.

Finalizado el acto, saliendo por la Puerta de Santa María, continuará por Plaza de la Universidad, Arzobispo Gandásegui, Catedral, Regalado, Cardenal Cos, Arribas, Cascajares, Regalado, Constitución, Héroes de Alcántara, Zúñiga y Plaza de Santa Ana hasta la Iglesia Conventual del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, donde se realizará el acto de Ofrecimiento de la luz al Santo Cristo Yacente en su noche oscura.

Los que toméis parte en la procesión debéis estar a las 22,50 h en la iglesia del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana. La puerta de la calle se cerrará a las 23,20h, no permitiéndose desde entonces el acceso, salvo causa justificada.

Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor

Día 15 de abril (Viernes Santo)

Para participar en esta procesión, a las 19,45 h debéis estar en la iglesia del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana.

Una vez terminada la procesión, al llegar a la plaza de Santa Ana, tendrá lugar el acto del Epitaphion. Este acto consiste en cubrir a Cristo muerto con el sudario o mortaja, incensarlo, e introducirlo en la iglesia, simulando la entrada en el sepulcro. Termina con una breve reflexión de nuestro Consiliario y la bendición.

Procesión del Santo Entierro de Cristo

Día 16 de abril (Sábado Santo)

A las 20,00 h dará comienzo la Procesión del Santo Entierro de Cristo, en la que solemnemente portaremos nuestra imagen titular de Cristo Yacente de vuelta a la clausura del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana. El recorrido será: María de Molina, Héroes de Alcántara, Zúñiga y Plaza de Santa Ana donde se realizará junto al pueblo fiel, un Acto de Reflexión y Oración a cargo del P. Guillermo Camino Beazcua, nuestro consiliario.

Los que toméis parte en esta procesión debéis estar a las 19,00 h en la iglesia del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, con hábito completo con capirote con cartón. La puerta de la calle se cerrará a las 19,30 h.

Flashion Fotografía

Celebración del Triduo Pascual en el Monasterio

Los días 14, 15 y 16 de abril estamos invitados a unirnos a la comunidad de religiosas para la celebración de los Santos Oficios y la Vigilia Pascual, que tendrá lugar en el Coro de la clausura del Monasterio.
Jueves Santo y Viernes Santo: 16,30 h
Sábado Santo – Vigilia Pascual: 22,30 h

lunes, 11 de abril de 2022

Nuestra iglesia

Cuántas veces habremos oído a gente decir cuando entra en “nuestra“ iglesia, qué bonita, qué recogida….Y es que es verdad, tenemos un iglesia muy especial, no solo por la originalidad de su forma, por los juegos de luces que hace el sol en su recorrido diario, o por el cariño con el que la cuidan las hermanas.

En 1777, las hermanas Bernardas cistercienses que habitaban el monasterio, escriben al rey, Carlos III, para informarle que su monasterio, está en ruinas y casi derruido, y aludiendo al patronato Real que tienen desde su fundación en 1596, le solicitan una reforma del mismo. El monarca encarga a su arquitecto real, Francisco Sabatini, los planos de un nuevo monasterio y en 1780 comienzan las obras.

Se trata de un obra neoclásica, algunos la consideran el más claro exponente del arte neoclásico en España, y motivos no les faltan. Las líneas rectas y la sobriedad son las características principales del exterior del edificio, que lo que busca es su presencia urbana en la ciudad. 

La fachada de la iglesia, presenta una decoración de placas lisas y molduras rectilíneas, que intentan dar movimiento y perspectiva al conjunto. Sobre el dintel de la puerta, dentro de una hornacina vemos una escultura de Santa Ana, que data del siglo XVI, que se cree que procedía del primitivo convento. El frontón que corona la fachada, lleva en el tímpano, las Armas Reales, aludiendo a ese patronazgo real que la congregación tenía desde la fundación.

Ya en interior, nos llama la atención, su “forma”, su planta, contrastado con esa decoración rectilíneo influencia del estilo herreriano, tenemos un templo con planta elíptica, muy de moda en la época en la Italia de arquitectos como Borromini. Está organizado, con pilastras de orden toscano, que sujetan un entablamento que es el origen de la cúpula ovalada y abierta con óculos y coronada por una linterna, para dar luminosidad y claridad al interior. La capilla mayor, de planta cuadrada, se corona con cúpula también, y se conecta con la elipse de la nave a través de un gran arco, que sobrepasa el entablamento, logrando así la conexión entre la elipse y el cuadrado. Este juego de figuras geométricas, le dan a la iglesia un carácter barroco típico del estilo borrominesco, que después se culminará con la decoración neoclásica típica de esa época en España.

En el lado de la Epístola de la capilla mayor, se abre el coro, con una sillería de estilo neoclásico. A lo largo de la elipse de la nave se abren seis hornacinas (tres a cada lado) separadas por pilastras toscanas, donde se abren sendos retablos decorados siguiendo la línea de la iglesia, con frontones curvos y rectos aleatorios, y pilastras jaspeadas, cubiertas de mármol verde y pan de oro. En estos retablos, vemos otra de las grandes joyas de “nuestro“ convento, los cuadros de Francisco Bayeu, en el lado del Evangelio (lado izquierdo) y los otros tres de Francisco de Goya en el lado de la Epístola (lado derecho) con representaciones de santos de la orden cistercienses. En el retablo mayor de la iglesia, vemos un conjunto escultórico, de San Joaquín y Santa Ana, que data del siglo XVIII, dentro de una hornacina, situada en medio de cuatro columnas corintias, que sujetan un gran entablamento.

La unión de todo esto, hace que este conjunto arquitectónico, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1955, sea tan especial, y sobre todo para nosotros los cofrades del Santo Entierro, un lugar que llama al recogimiento y la oración.

Lara González Alonso                

sábado, 9 de abril de 2022

Convocatoria procesión de las Palmas

Los cofrades menores de 14 años que deseen participar en la procesión de las Palmas (la Borriquilla) deberán encontrarse en nuestra sede el domingo de Ramos a las 11 h, con hábito sin capirote. No podrán participar en esta procesión las hermanas de devoción.

VIII Encuentro Nacional de Jóvenes de Hermandades y Cofradías (JOHC 2021)

El pasado mes de octubre nuestra ciudad acogió con gran entusiasmo el VIII Encuentro Nacional de Jóvenes de Hermandades y Cofradías (JOHC), un encuentro que año tras año reúne a numerosos jóvenes cofrades de diferentes ciudades de ámbito nacional. 

Tras mucho trabajo, esfuerzo e ilusión por parte del comité organizador del encuentro, las cofradías de la ciudad, y de todas aquellas delegaciones que iban a participar en él, se llevó a cabo un evento en el cual, Valladolid, como sede del año 2021, tenía ante sí un gran reto. Debido a la situación sanitaria que estamos atravesando en estos momentos, la organización contaba con los imprevistos y con las medidas sanitarias que las autoridades recomendaban para llevar a cabo un evento seguro, del que todos pudiésemos disfrutar protegidos.

Aun así, tras un año de pandemia donde la distancia es una de las medidas de seguridad que hemos de adoptar, se produjo un encuentro cercano, dónde con ilusión volvimos a reunirnos y pudimos disfrutar y compartir momentos y vivencias juntos. 

Nuestra cofradía, como delegación del Santo Entierro, contaba con cinco jóvenes dispuestos a disfrutar de una experiencia diferente, de fe, fraternidad, descubrimiento y oración. El encuentro fue recibido con la ilusión de volver a encontrarnos, de conocer personas con quien compartir una misma pasión e intereses, con la ilusión de volver a procesionar y disfrutar de nuestras valiosas tallas por las calles de la ciudad. Ciudad, que contemplaba con expectación sus vías repletas de jóvenes que deseaban conocer sus lugares emblemáticos, su Semana Santa y compartir sus experiencias de fe. 

Cómo delegación, los jóvenes del Santo Entierro acudimos a cada uno de los actos convocados para esos días de encuentro, con la finalidad de disfrutar, compartir y, sobre todo, representar a nuestra cofradía intentado así, darla a conocer a todos aquellos que venían de otras localidades. El JOHC, no es solo una experiencia distinta y enriquecedora que abre tus puertas a conocer la Semana Santa de otras ciudades y despertar la curiosidad por ellas; sino que, además, ayuda a conocer más a fondo aspectos de nuestra propia Semana Santa que quizá no creíamos conocer. 

Es una oportunidad de vivir actos de religiosidad popular excepcionales y únicos, una oportunidad de unión, de crear lazos que perduren en el tiempo. El evento crea una magia que embriaga de un sentimiento de unidad que hace que todos los cofrades de nuestra ciudad nos unamos para mostrar toda nuestra riqueza cultural, el valor artístico de Valladolid y su Semana Santa y demostrar por qué nuestra semana de pasión es de interés turístico internacional. Además, el JOHC no es solo un encuentro de fraternidad con jóvenes de nuestra ciudad y de otras; sino que sobre todo es un encuentro con Dios, es un momento de fe, un momento de vivirla y reforzarla personal y colectivamente. Una oportunidad de conectar con Dios y nuestra propia fe. 

El encuentro no solo nos ha ayudado a compartir como hermanos cofrades una experiencia nueva de hermandad, sino que, además, nos ha servido para compartir momentos de oración, de descubrimiento personal y de entender nuestra fe desde otras perspectivas. Un momento único espiritual y personal.

Sara Pedrero García



miércoles, 6 de abril de 2022

Via Crucis

Os animamos a participar en el Via Crucis cuaresmal que celebraremos este viernes en la iglesia Parroquial de San Lorenzo Mártir, presidido por la imagen de Cristo Crucificado.

Carta del Presidente

Hábito y corazón

Queridos Cofrades, Queridos amigos

Para los que nos declaramos abiertamente semanasanteros hay diez días del año que son especiales. Los 355 restantes también dejan entrever esa particularidad que nos hace ser como somos (una pulsera, un llavero, una funda de móvil…), pero esos diez… ay amigo cofrade… ¡cómo se nos cala!
Previamente hemos preparado el hábito. La tradición manda. Lo hemos sacado a la luz después de poco menos de un año y está colgado, fuera del armario, bien extendido, junto con el capirote, el cíngulo, los guantes… Y así lo veo cada día. Hábito preparado.

La vivencia de esos días es muy intensa por tanto que ver, por tanto que hacer y por tanto que mostrar. Esa vivencia se interioriza y multiplica antes de cada salida procesional, esperando en la iglesia, ya revestidos, ya con nuestra luz, ya en silencio. Y son esos minutos los que aprovechamos para guardar en nuestro corazón todos los momentos vividos durante ese año y así ofrecerlos al Santo Cristo Yacente, que aguarda custodiado por sus comisarios, con fe y con emoción. Corazón preparado.

En esta ocasión el hábito ha estado guardado mucho más tiempo y los recuerdos que traemos con nosotros son bastantes más, y por eso la única semana del año que tiene más de 7 días, la Semana Santa del año 2022 es más especial.

Este año, querido cofrade y querido amigo, prepara tu hábito y tu corazón con más mimo y cariño que nunca, ya que ambos lo van a necesitar. 

El primero por el tiempo que ha estado sin salir y puede sentirse casi como si fuera nuevo, recién confeccionado y falto de costumbre al desfilar. El segundo por todo lo que le vamos a guardar de lo vivido desde la última vez que estuvimos revestidos, en la iglesia, esperando a que se abrieran las puertas, hace poco más de un millar de días.

Esta será la Semana Santa del reencuentro con nuestra gran familia cofrade y con nosotros mismos. Será la Semana Santa para revivir, para recordar y para recuperar. Esa emoción interior, previa a la apertura de las puertas de nuestra iglesia, contenida durante tantos días, reaparecerá con fuerza, junto con nuestras vivencias de estos últimos dos años. Y si en algún momento hemos perdido un ápice de ese entusiasmo, bien por la inercia de la rutina o de los años, este es el momento de recuperarlo. Es posible que todo lo que ha pasado, todo este paréntesis pandémico, nos dé la oportunidad de recordar la esencia de ser cofrade.

Los que amamos la Semana Santa la vivimos de muchas maneras según el momento de nuestra vida y según nuestro papel en la Cofradía. Estos dos aspectos no siempre van de la mano. El hecho de tener la oportunidad de estar más implicado en la vida de la Cofradía a nivel organizativo supone renunciar no sólo a aspectos de tu vida diaria personal y familiar, si no también, en parte, al cofrade que llevamos dentro y la visión, tal vez inocente y a veces ingenua, de la Semana Santa. Pero ese es el reto los que tenemos la oportunidad de llevar las riendas de la familia cofrade. 

La Cofradía ha ido creciendo durante este tiempo en muchos aspectos, continuando la progresión de los anteriores mandatos, y así debe de continuar. Y vosotros, cofrades del Santo Entierro de Valladolid, tenéis la oportunidad, la responsabilidad y (así lo creo) el honor, de tomar el relevo. Vivimos un momento de cambio en muchos aspectos y nuestra querida cofradía ha de ir de la mano de ese cambio que nos arrastra como la corriente de un río, pero siempre dentro del cauce de nuestra esencia.

Por nuestra parte sólo nos queda ofrecer humildemente la mano de nuestra experiencia y agradecer de corazón a todas aquellas personas que, de un modo u otro nos habéis acompañado y apoyado en estas tres legislaturas.

Esta Semana Santa, queridos cofrades, preparad vuestro hábito y vuestro corazón. Dejad que afloren vuestros sentimientos y recuperad ese primer cofrade que lleváis dentro, el que ofrecerá su luz al Santo Cristo Yacente, cuerpo verdadero, un año más en la noche del Jueves Santo, y el que iluminará su camino oscuro y enclaustrado en la tarde del Sábado Santo.


 Jesús González Expósito, Presidente

lunes, 4 de abril de 2022

Presentación libro sobre el Santo Cristo Yacente

 


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Mensaje del Consiliario


Nos gustaría cerrar de un modo definitivo el paréntesis que, en estos dos años, ha limitado la expresión pública de nuestra pertenencia a la Cofradía. Cerramos este paréntesis y abrimos un gran signo de exclamación, para expresar que juntos volveremos a manifestar públicamente los signos de espiritualidad de nuestra Cofradía.  A nivel personal, iremos preparando en estos días nuestro hábito para que pueda expresar su dignidad por el Santo Descanso de Cristo. Actualizaremos el cuidado de los enseres de la Cofradía, y así puedan expresar su fin al acompañar nuestros recorridos por las calles.  Pero sobre todo dispondremos nuestro corazón, para poder compartir la devoción que al Santo Cristo Yacente tributamos.

Tras este bienio de pandemia, la Iglesia, como comunidad universal, nos invita estos dos años 2021-2023 a reflexionar en conjunto como creyentes. Una propuesta intensa que nos lleva a considerar cómo hacer una Iglesia más participativa, en la que se manifieste la comunión para la misión.  A esta experiencia le llamamos: Sínodo.  El término Sínodo, aún no recogido en el diccionario de la Real Academia de la lengua española, quiere expresar esta condición de cristianos que vivimos en camino. No solo peregrinos con una meta, sino llamados a hacer un camino juntos y juntos alcanzar el común destino. La experiencia sinodal en estos meses, nos ha revelado la importancia de pensar como creyentes nuestra valoración sobre cómo dialogamos entre nosotros mismos en el seno de la comunidad. Cómo es este diálogo ante los retos pastorales con que la sociedad contemporánea nos interpela y nos invita a dar una respuesta acertada en los distintos campos de misión. Cómo invitamos a otros para ampliar nuestra convocatoria y acogida de nuevos rostros.

La presencia pública en nuestras calles en esta próxima Semana Santa es también un signo de una Iglesia sinodal de hermanos que caminan juntos, que lo hacen en sincronía, no solo marcados por el pulso de un timbal. De modo singular, el misterio de Cristo que nuestra cofradía alumbra, manifiesta ese camino de los seguidores tras la muerte de Jesús. Fue un camino que hicieron juntos desde el Gólgota al sepulcro. Fue un camino de seguidores y seguidoras, discípulos y amigos. La madre y los nuevos hijos caminaron bajo el signo de la esperanza, cumpliendo con el deber de sembrar el Cuerpo Yacente, en anhelos de resurrección. Pero el camino de aquellos discípulos continuó en la tarde del Viernes Santo, desde el jardín hasta el silencio del Cenáculo, en donde se cerraron las puertas, de aquel lugar donde apenas horas antes, Jesús había abierto la puerta de su costado, se había partido como pan y sus discípulos recibieron la llamada a confiar en el amor universal. Volvían a aquel cenáculo del que se habían levantado a prisa en el anochecer previo a la preparación de la Pascua, para seguir al Maestro hasta Getsemaní.  Cerraban las puertas por miedo a los judíos y en su interior sentían un miedo mayor: ¿su fe seguiría firme después de los acontecimientos sucedidos al Profeta herido en Cruz? 

Cuántos interrogantes pasarían por su mente y sobre todo por su corazón hasta rayar la luz del primer día de la semana.  Una mujer, María de Magdala, quien con tanto amor había ungido al amigo, abría de modo discreto aquellas puertas, poniéndose en camino de nuevo al sepulcro. La luz por fin amanecida, rasgó la oscuridad de cenáculo cuando aquella mujer volvió desconcertado a todos con la inexplicable novedad de que el sepulcro está vacío. El Evangelio de Juan, nos precisa que Pedro y el discípulo a quien Jesús amaba, fueron corriendo hasta el sepulcro. Lleno de realismo, el relato precisa que, aunque salieron juntos, cada uno llegó a su ritmo. Pedro, quedó un tanto rezagado respecto al discípulo amigo de Jesús, quien, no solo por mejores condiciones físicas o entrenamiento, llegó primero al sepulcro, pero no atravesó el umbral. Contemplando, aguardó el tiempo necesario hasta que el renegado Pedro llegara. Las lágrimas arrepentidas del día anterior, habían abierto ya el camino para que nuevas lágrimas se convirtieran en expresión de confesión y de gozo en la fe. Ambos atónitos se rendían ante los signos de que aquel sepulcro vacío, manifestaban no un hurto, ni una desaparición. El Epitaphion, se hallaba bien colocado junto a las vendas, también estas bien dobladas.

El desconcierto de los soldados custodios, solo podía expresar novedad ansiada: ¡ha resucitado! Ahora sí, entraron juntos y vieron.

La palabra Sínodo no solo significa caminar juntos. Podríamos pensar cuántas metáforas del camino de la vida nos manifiestan que por hacer un camino juntos no por ello se alcance una misma meta, que todos lo alcancen a una vez, o que todos lo hagan desde la libertad.  

Sínodo es la termino griego, que expresa que quienes además de caminar juntos, lo hacen con el deseo de alcanzar el umbral es decir que aquel camino tiene una meta y que esa meta como umbral, invita a atravesarlo juntos. Caminar en Sínodo es por tanto entender que hay un espacio nuevo que juntos debemos estrenar y que este espacio como lugar de resurrección ha sido abierto por Cristo. Él lo ha estrenado antes de que nosotros lo alcancemos. Nos deja evidencias de esta novedad y ya no se trata solo de cortar la cinta, sino que las vendas rotas por la fuerza de la vida, sean capaces de leer nuestra propia historia y lo sucedido pues: ¡ha resucitado!

Aquellos discípulos alcanzaron un umbral que Cristo había abierto antes de que ellos se pusieran en camino. Cruzaron en sentido inverso, el espacio de alguien que lo había estrenado. Desde entonces, la pregunta sobre la Victoria de la resurrección, puede hacerse desde los caminos de la vida. No fueron ellos los que cortaron la cinta de un estreno: la puerta ya estaba abierta.  Cristo precede los espacios, los ambientes, los lugares de resurrección, tan solo se trata de tener los ojos bien abiertos y vencer la tentación de llevar a Cristo a unas nubes o a unos cielos tan alejados que no son su espacio de encuentro. 

Cada vez que las sagradas imágenes, que las diversas cofradías alumbran, salen de sus templos, atraviesan un umbral. La apertura de las puertas pone de manifiesto la emoción de quiénes las aguardan salir y el gozo, cuando vuelven a sus sedes. Esta emoción y este gozo pueden convertirse no solo en un momento emotivo, sino también, en un momento para cuestionar lo que en sí es la fe. Cristo sale a tu encuentro, Él es quien abre las puertas y cruza el umbral para acercarse a tu vida. 

Te invito a ponerte en camino y a que superes tu propia subjetividad, para hacerlo juntos. Deja que esta Pascua, te sorprenda en cada esquina de tu vida, con sus nuevos requiebros. Vuelve junto al Amigo tantas veces como creas que hay espacios que te distancien. Que los caminos de la existencia, cuestionen tu experiencia de confesión de fe en la resurrección. Ojalá de verdad sientas, que Cristo con su resurrección es capaz de llenarte de una vida más plena.                                 

Guillermo Camino, Consiliario

Acompaño este artículo con dos imágenes de Eugène Burnand, pintor suizo afincado en Francia a finales del XIX. La primera de ellas representa las dudas del Cenáculo, la segunda el camino de los dos discípulos en la mañana de Pascua. No son dos temas habituales en la iconografía cristiana. Incluso la de los discípulos camino del sepulcro está siendo muy utilizada para simbolizar el evangelio de Juan, pues todo él es como una fuerte llamada a buscar al Amigo, el Viviente.


lunes, 28 de marzo de 2022

Solemne Triduo en honor del Santo Cristo Yacente

   

NOTA IMPORTANTE: Por razones ajenas a la Cofradía, el primer día del Triduo la petición de la Sagrada Imagen comenzará a las 20,45 h y no a las 20,15 h como estaba anunciado inicialmente.

martes, 22 de marzo de 2022

Presentación revista "La Pasión de Valladolid" en Santa Ana

El próximo 31 de marzo, se presentará la revista "La Pasión de Valladolid" en la iglesia del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana.

domingo, 13 de marzo de 2022

Ha fallecido Sor Nieves

Sor Nieves González Pérez entregó su alma a Dios el 12 de marzo de 2022, acompañada de sus hermanas. Llevaba un año en cama. 

Ella tuvo una vida singular. Nacida en Monasterio de Vega, provincia de Valladolid, en 1933, desde pequeña creció con las Hijas de la Caridad al quedar sin padres, haciendo honor a su nombre de pila Marcelina. Allí aprendió pintura, música y bordado.

Ingresó joven en el monasterio benedictino de su pueblo. Salió cuando lo cerraron, para posteriormente ingresar en nuestro Monasterio de San Joaquín y Santa Ana. De joven trabajó en la despensa, de organista y pintó algún cuadro.

En 1966 decidió salir y, tras unos años, volvió a las Benedictinas para volver a nuestra casa en 1999. Entonces, se dedicó al archivo, a escribir libros y fue organista. Tenía ganas de organizar fiestas y recitar poesías; tenía una gran memoria.

Vivió con paz la enfermedad. Fue una buena enferma, no era dada a quejarse, guardaba en ocasiones su sonrisa.

Dios le conceda el eterno descanso.

La encomendamos a vuestras oraciones.

lunes, 18 de octubre de 2021

VIII Encuentro Nacional de Jóvenes de Hermandades y Cofradías (JOHC)

 Os dejamos algunas imágenes de nuestra participación en el VIII Encuentro Nacional de Jóvenes de Hermandades y Cofradías, celebrado en Valladolid este pasado fin de semana.





Cristian Medina 

Cristian Medina

viernes, 1 de octubre de 2021

Encontrada una espina de la corona de Cristo en Santa Ana

-Según ha publicado El Norte de Castilla

-Se encontraba en un relicario conservado en el Monasterio de San Joaquín y Santa Ana


domingo, 4 de abril de 2021

sábado, 3 de abril de 2021

viernes, 2 de abril de 2021

Representación en el Sermón de las Siete Palabras

 Esta ha sido la representación de la Junta de Gobierno en el Sermón de las Siete Palabras celebrado hoy en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana.


martes, 30 de marzo de 2021

 Apertura de la iglesia

del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana

con nuestra sagrada imagen titular

el Santo Cristo Yacente

Jueves y Viernes Santo de 12 a 14 h y de 18 a 21 h

Sábado Santo de 17 a 20 h

jueves, 25 de marzo de 2021


Santa Misa de Comunión General

Sábado 27 de marzo a las 20 h 

Iglesia Parroquial de San Lorenzo Mártir

En esta celebración se procederá a imponer las medallas a todos los nuevos cofrades que lo deseen. Para ello y en vista de organizar el acto con todas las medidas de seguridad, quienes deseen imponerse la medalla deben mandar un correo electrónico a: info@santoentierro.net

miércoles, 24 de marzo de 2021

Silencio de sentimiento y lágrima


La Semana Santa de 2019, fue una de esas muchas, en la que los cofrades y fieles nos pasamos los días mirando el cielo, intentando levantarlo como los campesinos castellanos de aquella cita de nuestro ilustre vecino D. Miguel Delibes.

De una media semana de bonanza nos encontramos de golpe con una media semana final totalmente caótica. Suspendiendo, acortando recorridos, corriendo en muchos casos. Así que cuando ese Sábado Santo a pesar del fresquillo primaveral, los hermanos del Santo Entierro abren las puertas de la iglesia y la planta procesional sale a la calle, casi casi no nos lo podíamos creer.

Si a un amante de nuestra Semana Santa y además fotógrafo, aficionado y de los de acera, se le presenta la oportunidad, el privilegio y el honor de poder presenciar e intentar plasmar con su objetivo uno de los actos más íntimos de cualquier cofradía, evidentemente no se lo piensa dos veces. Y si ese privilegio ocurre en una cofradía a la cual se tiene un cariño especial, pues qué mejor experiencia.

Encontrar la belleza hasta en lo más oscuro, en lo más profundo del dolor humano, es una de las características de la fotografía. Donde las palabras son incapaces de definir ese dolor humano, una imagen puede conseguir el milagro. El patetismo, la teatralidad, la estética, la fe, el fervor y la tradición, hacen que la fotografía de Semana Santa cumpla perfectamente esa función personal de remover algo por dentro.

Con toda probabilidad no sea la mejor fotografía salida de mi cámara, estoy seguro. A fin de cuentas no soy más que un aficionadillo que de mil disparos, una toma curiosa le queda. Pero lo que si tengo claro es que guarda, si no demasiados detalles técnicos, si muchos detalles que salen de allí dentro. Allí dentro, donde la emoción te descerraja dos tiros, la garganta se te agarrota y las mariposas del estómago te retuercen los intestinos.

El eco de un cornetín tocando a Oración, se pierde en ese momento tan espiritual y humano en el que la imagen del Señor extendido sobre un lecho blanquecino, es introducido por los hermanos de carga en el recoleto zaguán del monasterio.

Quizá la impresión me pudo y no quise interrumpir el silencio, ese silencio de sentimiento y lágrima, tan solo roto por el sonido ronco de la piel de unos tambores destemplados. Quizá perdí la gran foto, pero cuando ves pasar ante ti la imagen yacente de Nuestro Señor, se agolpan en las pocas entendederas que uno tiene, multitud de sentimientos cruzados, de culpabilidad en su mayoría y también de confianza.

Por más que sus ojos, ojos muertos y cadavéricos, pero ojos de ternura, amor y bondad nos sigan mirando y pidiendo clemencia ante tal desatino humano…

Por más que sus rodillas, destrozadas por las caídas de nuestros dislates y sus hombros lacerados bajo el peso de la cruz de nuestros pecados…

Por más que sus manos, reventadas y horadadas por los clavos de nuestras miserias, nuestros egos y nuestros miedos…

Por más que sufra latigazos, golpes, llagas, vejaciones, insultos, humillaciones, oprobio y censura…

Su mirada seguirá meciéndonos, sus rodillas y sus hombros seguirán cargando con nosotros y sus manos seguirán acariciándonos...

Señor, tu nos perdonas, nos ayudas, nos confortas y reconfortas en nuestra singladura vital hasta poder llegar ante el Padre… Demasiado beneficio ante lo absurdo de tu castigo.

En fin, cuando este camino por la senda vírica que nos ha oscurecido nuestro vivir termine, ojalá podamos volver a reencontrarnos y sentir todo ese cúmulo de sensaciones de nuevo. Convencido estoy y rezo por ello.

Alejandro Manuel Berdote Paz

martes, 23 de marzo de 2021

La experiencia vital en estos momentos del COVID-19

Esta situación de pandemia es tan extraña que nunca antes lo hubiésemos imaginado como posible en nuestras vidas, aun poniendo la mejor voluntad, persiste el estupor, se necesita tomar acopio de buen ánimo para la travesía del desierto, con baches de dolor y malestar por la situación, por la muerte de tantos, por las noticias de conocidos que nos dejaban.

Ante todo, nos ha hecho reflexionar y ver que todo lo que sabíamos, quedaba claro: el dinero las cosas materiales de repente perdían valor frente a hechos espirituales como la familia, los vínculos afectivos, la necesidad de ayudarnos unos para con otros. Para nuestra sorpresa, vimos como todos los hombres se veían obligados a vivir una cierta clausura en sus casas, o sea el confinamiento, para nosotras no ha sido difícil, es nuestra vida lo de siempre, aunque vivida con más pureza o intensidad volvimos a vivir solas y a solas con Dios.

En el inicio, ha sido como una especie de retiro continuo, sin contacto con el exterior, en una experiencia que nos hace entender la clausura como medida de protección de salud para nuestros cuerpos, lo que antes era de salud para nuestras almas. Con sorpresa vimos que los hombres podían vivir en Clausura, aunque con dolor y cansancio.

Este tiempo ha recalcado la necesidad de interceder por los otros; algo que siempre hacemos, ahora se hacía más intenso o necesario. La regla invita a tener presente la muerte cada día y esto se ha hecho una realidad. Hemos conocido de primera mano que estamos de paso en esta vida y en cualquier momento podemos partir.

Hemos sentido la necesidad de estar informadas, de hacernos presente, de recordar aquellos que trabajaban. Así nos apuntamos a la campaña “yo rezo por ti”; cada monja quedaba asignada para rezar por personas concretas que luchaban en primera línea, cada día hemos rezado por esas personas cercanas a la tragedia.

En octubre del año pasado, el virus entró en nuestra casa, de una manera involuntaria. Rápidamente nos avisaron, nos hicieron la prueba del positivo en casa, estábamos asustadas y nerviosas. De principio solo un positivo, la juniora Ana María, que quedaba confinada en la hospedería. Allí la llevábamos la comida con precaución y nulo acercamiento. Pero a los dos días dieron positivo, sor Natividad, asintomática, quien se recluyó en la habitación, sor Nieves, luego fue Perpetua, la Madre Celeste y por último yo, sor María Luisa. De todas, quién peor lo pasó fue la madre superiora; cuando vimos la gravedad, llamamos y tardaron en acercarse para hospitalizarla. Gracias a Dios, su situación mejoró y pudo volver a casa. Sor Nieves también fue ingresada y volvió sin fuerzas, sin estabilidad.

Desde entonces, esta situación no ha parado, por desgracia. Últimamente, rehuyo ver noticias, que en todo caso son malas, y que es un goteo de saber de personas conocidas sanas que poco a poco pasan por situaciones críticas, que van enfermando inesperadamente de COVID o no, de dolencias muy graves con desenlaces fatales. La muerte parece tener mucho trabajo, quizá ahora viene a la memoria el Cristo Yacente, imagen de Cristo inerte, sin vida; la muerte es un paso ineludible para todos nosotros; quizá lo mejor sea recordar la definición de Martín Descalzo, que la escribió en su libro testamento del Pájaro solitario. Cito de memoria:

Morir solo es morir, morir se acaba
es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba
ver el amor sin enigmas ni espejos.


Decía San Bernardo que Cristo, que fue nuestro Camino durante la Vida, se convertirá también en nuestro premio después de la muerte.

Que Dios conceda su descanso a los fallecidos, y a los vivos nos conceda vivir más auténticamente unidos a Él.

Sor María Luisa de Antonio

lunes, 22 de marzo de 2021

Una reflexión para la procesión del Santo Entierro

Parecería que todo está consumado, que todo termina aquí, que nada más podemos hacer ante Ti, Cristo yacente, como si Tú, en tu postración, en tu condición exánime, resumieras todo lo que ha pasado en estos días. Pero no es así, tu presencia nos recuerda tu muerte, ayer, en la Cruz, muy cerca de aquí, en nuestra plaza Mayor. Pero tu presencia, callada, pálida, quieta, sin un aparente soplo de vida, nos invita a la esperanza, a volver en seguida a la plaza grande y celebrar tu Resurrección.

Pero es pronto, aún no es tiempo de vigilias, sino para recordar, en este lugar mucho más recoleto, en esta placita mucho más íntima, en este lugar que esta tarde-noche invita a la reflexión, a recordar algo de lo mucho que hemos vivido estos días en las calles y en los templos.

Hemos sido muchos, Cristo yacente, los que te hemos acompañado, a Ti y a tu Madre. Te hemos visto recorrer Valladolid en estos días que te llevan, a Ti y a nosotros contigo, de la Pasión a la Muerte y de ésta la Gloria. Te hemos visto entrar triunfal en Jerusalén, te hemos visto encontrarte con tu Madre en distintos momentos y lugares, te hemos visto predicar y estar en animada tertulia con tus discípulos, te hemos acompañado en vuestra Cena, en tu Oración en el Huerto, en tu Prendimiento, en tu enfrentamiento dialéctico con la autoridad civil y eclesiástica.

Hemos visto cómo te flagelaban, cómo te coronaban con espinas. Te hemos visto caminar rumbo al Calvario, hemos vuelto la cara, hemos cerrado los ojos cuando te clavaban en la Cruz que era nuestra redención. Y luego hemos prestado mucha atención cuando nos hablabas, hasta siete veces, mientras agonizabas esperando la muerte para la que el Padre te destinó.

Ahora, te vemos ya con expresión para algunos aún doliente; para otros, de paz, de tranquilidad. Es tu estado, tu pose con la que el escultor quiso regalarnos, una especia de tránsito, no entre la vida y la muerte, sino entre la vida y la vida.

Muy pronto volverás a encontrarte con tu Madre, con los apóstoles; enseñarás tus manos, tus llagas, tus cicatrices, al también humano Tomás, que verá fortalecida su fe.

Y todo volverá a la rutina. Retorna al trabajo, al estudio, a los quehaceres diarios, recordaremos que Valladolid, como aquella Jerusalén de hace dos mil años, ardió, bullió en fiestas. Y, de repente, casi sin darnos cuenta, porque el tiempo pasa muy deprisa, habrás ascendido a los cielos. Y también muy pronto, volveremos a verte en nuestras calles, en la presencia real de tu Cuerpo y de tu Sangre.

Duerme, Señor; descansa en paz, Cristo yacente, que Valladolid, que hoy se asoma a la plaza de Santa Ana, no te va a dar tregua. Valladolid, como España, te quiere, te necesita; y, por eso, yo me atrevo a pedirte que tu sueño sea breve, apenas una siestecita de unas horas, porque pronto queremos verte caminar, resucitado. Porque, si no, nada de lo que estos días hemos celebrado, tendría sentido.

Que así sea.

Ángel Cuaresma, Periodista

Chema Concellón


sábado, 20 de marzo de 2021

IV Centenario del Cristo del Amparo (Zaratán)

Mañana comienza la celebración del Cuarto Centenario del Cristo del Amparo de Zaratán, que procesiona la Cofradía de las Siete Palabras.

Compartimos con vosotros esta reflexión que nos envía Guillermo, párroco de la localidad y Consiliario de nuestra Cofradía, y que os invitamos a leer.

Enlace a la reflexión

Carta del Presidente: Sonreir con los ojos

Queridos cofrades, queridos amigos.
No hace mucho hablábamos de la importancia de las nuevas tecnologías para la comunicación. La apuesta es definitiva por esta nueva forma de acercarnos los unos a los otros, ya sea a nivel personal o laboral.

Ante situaciones adversas siempre hay que intentar sobreponerse, reinventarse, buscar posibilidades… en definitiva se trata de no caer en derrotismos y buscar la oportunidad frente a la precariedad. Y esto es lo que está pasando en muchas situaciones, y en el ámbito de la comunicación así ha sido. Hasta los más reacios a usar las nuevas tecnologías han sucumbido ante la oportunidad de recibir una videollamada de sus seres queridos, y ya forma parte de su día a día, no sin antes haber recibido una buena dosis de clases avanzadas y de echar muchas horas de formación intensa. Otros han tenido que cambiar su forma de trabajo, su forma de vender o de enseñar, y todo ello partiendo de cero en muchas ocasiones.

Cuando estamos viendo una procesión, además de fijarnos en los hábitos, la banda o la talla, en ocasiones dirigimos nuestra mirada a los ojos de los cofrades que van con capirote, desfilando ante nosotros. Puede que sea por si reconocemos a alguien que nos devuelve la mirada, o por buscar una complicidad en el anonimato de la oración, pero existe ese cruce temporal de miradas.

Desde que empezó la pandemia llevamos una mascarilla (de mil y una variedades) que nos tapa toda la cara, salvo los ojos. El ser humano, cuando habla, usa aproximadamente 36 músculos. Con cada carcajada ponemos en marcha casi 400, 15 si sólo sonreímos… y todos esos músculos funcionando generan gestos que expresan aquello que estás diciendo o sintiendo.

En este aspecto también hemos tenido que reinventarnos, siendo ahora los ojos el espejo del alma (o la ventana del alma, como ya se ha dicho en alguna ocasión). Hemos tenido que aprender a hablar con los ojos, a transmitir sentimientos como la comprensión, la admiración, la sorpresa o el miedo con los ojos. Una expresión tan manida como “una mirada vale más que mil palabras” tiene hoy más sentido que nunca. Con los ojos transmitimos aquello que nuestros labios y mejillas no pueden reflejar. Hemos aprendido a sonreír (sólo) con los ojos.

Es cierto que nada de esto es nuevo, ya que el lenguaje de los ojos se estudia desde hace siglos, pero qué duda cabe que hoy está más actual que nunca y en nuestro día a día recibimos y dirigimos casi tantas miradas a los ojos como las que reciben esos cofrades anónimos que posesionan cada Semana Santa por nuestras calles.

No en vano, en muchos pasajes del Evangelio, se habla de la mirada de Jesús. Marcos nos cuenta como cuando un joven rico se dirigió a Jesús preguntándole que qué más le faltaba para ganar el Reino de los Cielos, toda vez que ya cumplía con los mandamientos: “Jesús fijó su mirada en él con amor, y le dijo: "Te falta una cosa. Anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme". Además de esa mirada de amor, descubrimos también ojos apenados de Jesús cuando, después de negarle Pedro por tercera vez, el Señor, dándose vuelta, miró a Pedro... Y Pedro, saliendo afuera, lloró amargamente, según nos dice en esta ocasión Lucas.

La importancia de una mirada sincera, de bondad, de cariño o de perdón son claves en nuestro día a día como cristianos y seguidores de ese Jesús que nos miraba antes y que lo sigue haciendo ahora, con sus ojos entre abiertos mientras yace ante nosotros, transmitiéndonos todo su amor y sacrificio.

Hoy debemos trasmitir su mirada a aquellos que nos rodean, sin esquivarla, aunque nos incomode los que nos dice en el silencio de la oración, de esa mirada hacia nuestro interior que tanto nos asusta.

Hoy somos nosotros los que, a través de nuestros ojos, podemos expresar nuestra felicidad de sentirnos mirados por Cristo, y debemos devolver esa mirada a nuestro alrededor, amando con nuestra visión, perdonando con nuestros ojos, abrazando y besando lo que nuestros brazos y labios no pueden hacer, con sólo una mirada.

Jesús González Expósito, Presidente

viernes, 19 de marzo de 2021

Nuevo número de Arimatea

Ya está preparado un nuevo número del boletín de la Cofradía (Arimatea), que pronto recibiréis en vuestras casas. También podéis descargarlo de la zona de descargas (menú a la izquierda).

Con corazón de Padre

La Cuaresma 2021, que venimos surcando, nos ofrece en la mitad de su transcurso la festividad solemne de San José, figura destacada por el Santo Padre Francisco en las motivaciones de este año. Con la intención de incentivar en el Pueblo de Dios, el sentido de quien es Patrón de la Iglesia, nos ha enviado el Papa una carta que evocamos en estas líneas.

Lo hacemos recordando que San José es patrono de la Buena Muerte, una muerte que condicionó el inicio de la misión de Jesús, quien interpelado por este hecho descubriría que su misión no era sólo dar continuidad al taller de José, sino ocuparse al fin en plenitud de las “cosas de mi Padre del cielo”. Y sin embargo hay una continuidad entre los valores vividos en el hogar de Nazaret, en el silencio del trabajo y las relaciones domésticas, y el anuncio del Reino de Dios. Sin José, sin la vida familiar de Nazaret, Jesús podría haber sido un meteorito alejado de la vida, y con José y como José, Jesús aprendió a vivir la realidad asumida desde el querer de Dios. Aprendió a vivir en plenitud la realidad encarnatoria de su misión, para hacer las cosas con sencillez, “desde abajo, desde dentro, desde cerca”. 

La muerte de José si sitúa en el prólogo de la misión de Jesús, y su propio reposo tras la Cruz, es el epílogo de la misma. El evangelio recorrió los caminos de Galilea, llegó al corazón de las gentes, pero antes y después, pasó por la experiencia de tránsito (paterno en el inicio y personal en el fin). Jesús aprende de la hermana muerte, de la que “ningún viviente escapa de su persecución”. Pero Jesús, no huye de ella, la llena de sentido, cuando confía en el Dios de la vida que da el triunfo a los que en Él se entregan.

Quienes contemplamos a Cristo yacente en el Monasterio de Santa Ana, nos sentimos gozosos de poder hacerlo junto al Tránsito de San José, obra destacada del joven Goya. Miramos la imagen del patrono de la Buena Muerte, que tuvo la suerte de estar acompañado de María y Jesús; de hacerlo en el silencio de su casa, rodeado de afecto. Y una vez más nos viene a consideración, rogar a san José por tantas personas que, en este último año, en el contexto de esta crisis sanitaria, han cerrado sus ojos a este mundo. Recordamos a quienes los han abierto a la vida definitiva, con el cuidado, el cariño y la atención de los suyos, y aún a quienes lo han hecho en otros contextos de distancia de sus familias en la soledad de un centro sanitario o asistencial. ¡Ruega por ellos, san José!

Observamos en la obra de Goya, cómo José yace en un humilde lecho de un hogar sencillo. Cristo, en su tránsito, no tendrá ni lecho ni hogar propio, será José de Arimatea (un nuevo José) quien en este trance le preste su morada, sin saber de lo transitorio que sería el trance del divino inquilino. 

Los apócrifos recrean escenas en la vida del Niño en el taller de José, en donde el oficio de carpintero prefigura la sombra del madero de la Cruz, ya desde la infancia de Cristo. Más allá del sentido piadoso de esas escenas en que Jesús intuye su destino, sabemos que la cruz de Jesús, su madero, no apareció de modo inusitado. Es más, bien podemos pensar que abrazado de nuevo al madero, sabía Cristo, que su dureza siempre es moldeable por el buen hacer del carpintero que le da forma y función. El madero definitivo resulta ser una cruz que abraza cielo y tierra, oriente y occidente, puente (más que paso) que une a los hombres con Dios. Hijo del Carpintero de Nazaret ¡qué bien aprendiste el oficio!

Ojalá también en esta Cuaresma podamos aprender de ti, a lijar asperezas en la vida, a tallar el hombre nuevo en nuestro corazón, a veces abrupto, recién cortado del bosque.

El Santo Padre Francisco, nos remite en su carta Corde Patris, siete rasgos de San José, en su obediencia, valentía, su fidelidad y su silencio, su fe, su aceptación y firmeza. A la laboriosidad de san José, confiamos a tantas personas que en esta crisis han perdido su trabajo, que todos puedan desarrollar su operatividad y su recibir en justicia el fruto de su esfuerzo. Concluyo con una referencia al Santo Padre en este mensaje:

José vio a Jesús progresar día tras día «en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres» (Lc 2,52). Jesús vio la ternura de Dios en José: «Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por quienes lo temen» (Sal 103,13). La ternura es el mejor modo para tocar lo que es frágil en nosotros. Sabemos que la Verdad que viene de Dios no nos condena, sino que nos acoge, nos abraza, nos sostiene, nos perdona.  También a través de la angustia de José pasa la voluntad de Dios, su historia, su proyecto. Así, José nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca.

No tengamos miedo en ceder a Dios el timón de nuestra barca, confiémosle el paso de esta noche, tras el tránsito, nos devolverá la calma. Feliz Pascua en este empeño.

Guillermo Camino, Consiliario

Goya. Muerte o tránsito de San José. Iglesia del Monasterio de San Joaquín y Santa Ana

martes, 16 de marzo de 2021

Cuaresma y Semana Santa

De nuevo se nos presenta una Semana Santa atípica como consecuencia de la pandemia sanitaria. Las medidas adoptadas por la Junta de Castilla y León para evitar la propagación del virus impiden la celebración de procesiones en la calle, así como otras actividades de la Semana Santa que supongan la reunión multitudinaria de personas. La posibilidad de realizar actos o celebraciones en el interior de los templos, aunque se desarrollen con limitaciones, se ve también afectada por las medidas que permanentemente son revisadas y modificadas por la Junta de Castilla y León. En atención a las circunstancias actuales y a las indicaciones recibidas desde el Arzobispado y la Junta de Cofradías de Semana Santa, desde la Junta de Gobierno, teniendo muy en cuenta las capacidades tanto materiales como personales de nuestra Cofradía, hemos intentado organizar la Cuaresma y la Semana Santa, de forma que todo lo que se realice se desarrolle salvaguardando las medidas sanitarias.

CUARESMA

La limitación de aforo de los templos que, a fecha de redacción de esta carta, se encuentra reducido a un tercio de su capacidad, determina que el aforo de nuestra Iglesia del Real Monasterio de San Joaquín y santa Ana se vea reducido a unas 30-35 personas, por ello, y en aras de no dejar a ningún cofrade que desee participar en la celebración fuera del templo, se ha acordado que nuestra celebración en Cuaresma sea una:

Santa Misa de Comunión General de la Cofradía del Santo Entierro, que se celebrará el Sábado 27 de marzo a las 20.00h en la Iglesia de San Lorenzo Mártir.

En dicha celebración se procederá a imponer las medallas a todos los nuevos cofrades que lo deseen. Para ello y en vista de organizar el acto con todas las medidas de seguridad, quienes deseen imponerse la medalla deben mandar un correo electrónico a: info@santoentierro.net

SEMANA SANTA

En Semana Santa se procederá a abrir nuestra Iglesia con objeto de poder ver y rezar a nuestro Titular. El horario de apertura se ha determinado en función de las disponibilidades de personal y del protocolo sanitario que se ha debido elaborar y presentar.

Apertura de la iglesia del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana.

- Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo en horario de mañana y tarde.

Todos aquellos cofrades que deseéis colaborar en la organización de las visitas a nuestra iglesia y a nuestro Santo Cristo, seréis muy bien recibidos. La idea es hacer un cuadrante con toda la gente disponible de forma que, con un poquito de dedicación, entre todos podamos permitir que los fieles tengan la posibilidad de ver a nuestro Santo Cristo en estos días tan señalados. Para apuntaros a esta acción escribid un correo electrónico a: info@santoentierro.net.

viernes, 26 de febrero de 2021

Hermanos cofrades

La Semana Santa de Valladolid está de enhorabuena porque ha iniciado su andadura un nuevo podcast o programa de radio semanasantero. Se llama "Hermanos cofrades" y lo dirigen los hermanos y cofrades Raúl y Roberto Alonso Gómez, miembros también de nuestra Cofradía.

Escucha"Hermanos Cofrades" en Spreaker.


                                      

sábado, 13 de febrero de 2021

Certamen de redacción sobre nuestra Semana Santa

La Junta de Cofradías organiza un Certamen de Redacción sobre nuestra Semana Santa, para los alumnos de Primaria de los colegios de la ciudad.

Podrán participar los cofrades infantiles de nuestra Cofradía, si están matriculados en cualquier colegio de Valladolid capital.

Las bases del certamen pueden descargarse haciendo click aquí.

martes, 9 de febrero de 2021

Suspensión del Cabildo General Ordinario

Debido al estado actual de la pandemia sanitaria y a las restricciones aprobadas por la Junta de Castilla y León, nos hemos visto obligados a suspender la celebración del Cabildo General Ordinario, previsto para el mes de enero, para la rendición de cuentas del ejercicio 2020 y aprobación del presupuesto 2021.

Ante esta situación inédita, por parte de la Junta de Gobierno se ha acordado colgar en este blog (parte izquierda, DESCARGAS, Para cofrades) la siguiente documentación:
-Carta explicativa de la suspensión del Cabildo y las medidas adoptadas.
-Balance económico del ejercicio 2020.
-Presupuestos para el ejercicio 2021.

Os reiteramos nuestro ánimo y apoyo en estos tiempos de pandemia, y nos unimos todos en la oración ante nuestro Santo Cristo Yacente, por las victimas y sus familiares.

martes, 15 de diciembre de 2020

La Junta de Gobierno les desea Feliz Navidad

 

Haz click sobre la imagen para ampliarla.

La carta a los cofrades se puede descargar desde la zona de descargas del menú.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Santa Misa por los cofrades difuntos

El próximo viernes 27 de noviembre, a las 19,30 h, en la iglesia parroquia de San Lorenzo, celebraremos la Santa Misa en memoria de todos nuestros cofrades difuntos, especialmente por los fallecidos en este último año.

lunes, 16 de noviembre de 2020

Carta noviembre 2020

La Junta de Gobierno nos envía una carta a todos los cofrades respecto a la actividad de la Cofradía en los próximos meses.

Esta carta que recibiréis en vuestras casas, como es habitual, podéis descargarla también de la zona de descargas (para cofrades) del menú.

martes, 14 de abril de 2020

El Santo Entierro de Juan de Juni

por Mónica Calderón Acedo.

Cuando cae la tarde de Viernes Santo, no hay nada como dejarse arrastrar por la fuerza de un torbellino. Es el Santo Entierro de Juan de Juni, obra cumbre del siglo XVI español que sigue contándonos, antaño como hogaño, una historia de dolor, de muerte, de vida y de arte.


Hoy se expone, con mimo y celo exquisitos, en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, sin embargo, se labró para el sepulcro de uno de los hombres más brillantes, eruditos y contradictorios de la corte de Carlos V, el obispo de Mondoñedo Fray Antonio de Guevara, aquel consumado cortesano que, viviendo en la corte, no dudó en escribir una joya como "Menosprecio de corte y alabanza de aldea" (1539). El lugar elegido para su enterramiento fue el convento de San Francisco de Valladolid, cerca del claustro. Bajo la venera de la capilla, dos soldados romanos montaban guardia perpetua entre las columnas del retablo que lo acogía al modo en que vemos hoy el relieve de idéntico tema en la Catedral de Segovia. Hoy no quedan romanos, ni retablo ni tan siquiera el convento franciscano.



Guevara no escogía un tema al azar sino aquel que narra la muerte cristiana y la consiguiente esperanza en la resurrección: la muerte de Cristo. Y es que este franciscano escribía estos mismos años su última obra, clave para entender el grupo de Juni: Monte Calvario (1542). Leer esta obra es escuchar la narración del drama al que asistimos, la descripción de cada paso, cada acción, cada gesto del grupo de Juni. Escuchamos a Juan, intentando separar a María del cuerpo de su Hijo, diciendo:

Mirad pues señora tía que el sol es ya puesto, el día se acaba, la noche ya carga, la oscuridad se apresura, la hora completoria es llegada y aun el cuerpo está por llevar a la sepultura. El agua está aquí para lavarle, los ungüentos están aquí para ungirle, las vendas están traídas para atarle, la mortaja para envolverle: no resta sino que vuestros ojos cesen de sobre él llorar para que nosotros comencemos luego a le ungir”.


José de Arimatea y Nicodemo, María Magdalena y María Cleofás limpian y ungen el cuerpo lacerado con paños y frascos llenos de mirra y áloe en una suerte de tierno espanto:

... comienzan a mirar las llagas que habían de untar y destapaban los ungüentos, con que le habían de ungir. Como de tan cerca vieron las ronchas de los azotes, la rotura de los clavos, los cardenales de las puñadas, la hinchazón de las venas, la encarnadura de las espinas, la fealdad de las llagas, y lo magullado de aquellas carnes santísimas: tornados como atónitos comenzaron a hacer nuevos llantos.





Juni transforma esas palabras en un arrebatado conjunto donde establece un juego de simetrías tanto en el número como disposición de los personajes vivos y en las figuras femeninas de María Magdalena y María Cleofás cuyos cuerpos inclinados enmarcan la Compassio Mariae, centro compositivo y emocional de todo el grupo.

Recurre también Juni a la oposición de contrarios, de direcciones y fuerzas contrarias. Juan se opone a la fuerza con que María se acerca a su hijo; la juventud de la Magdalena contrasta con el rostro envejecido de Cleofás; Nicodemo y José de Arimatea giran en sentido opuesto.


El dolor que retuerce las figuras contrasta con la horizontalidad de Cristo. Sus pesados y retorcidos ropajes, que nos hablan del dolor del alma en un violento movimiento de dentro afuera, evidencian aún más la desnudez y la vulnerabilidad de Jesús. Y el gran centro, el alma de este grupo: la mano viva y tensa de la Virgen ante la mano muerta del Hijo.

El cuerpo del crucificado permanece ajeno a este huracán de emociones no contenidas, elevado sobre un sarcófago clásico y mostrando claramente al fiel sus llagas, pues no en vano Fray Antonio de Guevara era franciscano.  Sobre el frontal, una cartela con las palabras con las que el pueblo de Hebrón ofreció una tumba a Abraham para enterrar a Sara: NOS IN ELECTIS SEPVL / CHRIS NOSTRIS SEPELI / MORTVVM TVVM (“en el mejor de nuestros sepulcros, entierra a tu muerto”).



La disposición de las figuras describe además un círculo inconcluso que sólo quedará completo cuando tú, espectador, te pongas enfrente. Y ¿quién te invita? ¿quién te interpela mostrándote acusador la espina que acaba de sacarle de la frente mientras con la otra mano sujeta reverentemente la cabeza de Cristo? José de Arimatea.

Quedan resonando las palabras de Fray Antonio de Guevara:

Pusiéronse en torno del todos y todos los de aquel triste colegio como un enjambre de abejas desmelenado; diciendo a sus lenguas las mil lástimas y llorando de sus ojos lágrimas vivas. Qué no dijeron, qué no lloraron, qué no sintieron, y qué no plañieron cuando a su Maestro y Señor tan despedazado vieron. Qué ojos les pudo bastar para verlo ni qué lengua para encarecerlo, ver el cuerpo de aquel difunto tan maltratado y ver tan cruel carnicería de su Dios haberse hecho. Si miraban la cara estaba escupida, si miraban los cabellos estaban remesados, si miraban las espaldas estaban abiertas, si miraban las manos estaban rotas, si miran el cuerpo estaba desollado y si miraban el costado estaba alanzado.


Vida y muerte, fuerza y laxitud, dolor contenido y dolor desatado. Juan de Juni y Fray Antonio de Guevara. No se vuelve igual después de estar delante de esta joya.