miércoles, 6 de abril de 2022

Carta del Presidente

Hábito y corazón

Queridos Cofrades, Queridos amigos

Para los que nos declaramos abiertamente semanasanteros hay diez días del año que son especiales. Los 355 restantes también dejan entrever esa particularidad que nos hace ser como somos (una pulsera, un llavero, una funda de móvil…), pero esos diez… ay amigo cofrade… ¡cómo se nos cala!
Previamente hemos preparado el hábito. La tradición manda. Lo hemos sacado a la luz después de poco menos de un año y está colgado, fuera del armario, bien extendido, junto con el capirote, el cíngulo, los guantes… Y así lo veo cada día. Hábito preparado.

La vivencia de esos días es muy intensa por tanto que ver, por tanto que hacer y por tanto que mostrar. Esa vivencia se interioriza y multiplica antes de cada salida procesional, esperando en la iglesia, ya revestidos, ya con nuestra luz, ya en silencio. Y son esos minutos los que aprovechamos para guardar en nuestro corazón todos los momentos vividos durante ese año y así ofrecerlos al Santo Cristo Yacente, que aguarda custodiado por sus comisarios, con fe y con emoción. Corazón preparado.

En esta ocasión el hábito ha estado guardado mucho más tiempo y los recuerdos que traemos con nosotros son bastantes más, y por eso la única semana del año que tiene más de 7 días, la Semana Santa del año 2022 es más especial.

Este año, querido cofrade y querido amigo, prepara tu hábito y tu corazón con más mimo y cariño que nunca, ya que ambos lo van a necesitar. 

El primero por el tiempo que ha estado sin salir y puede sentirse casi como si fuera nuevo, recién confeccionado y falto de costumbre al desfilar. El segundo por todo lo que le vamos a guardar de lo vivido desde la última vez que estuvimos revestidos, en la iglesia, esperando a que se abrieran las puertas, hace poco más de un millar de días.

Esta será la Semana Santa del reencuentro con nuestra gran familia cofrade y con nosotros mismos. Será la Semana Santa para revivir, para recordar y para recuperar. Esa emoción interior, previa a la apertura de las puertas de nuestra iglesia, contenida durante tantos días, reaparecerá con fuerza, junto con nuestras vivencias de estos últimos dos años. Y si en algún momento hemos perdido un ápice de ese entusiasmo, bien por la inercia de la rutina o de los años, este es el momento de recuperarlo. Es posible que todo lo que ha pasado, todo este paréntesis pandémico, nos dé la oportunidad de recordar la esencia de ser cofrade.

Los que amamos la Semana Santa la vivimos de muchas maneras según el momento de nuestra vida y según nuestro papel en la Cofradía. Estos dos aspectos no siempre van de la mano. El hecho de tener la oportunidad de estar más implicado en la vida de la Cofradía a nivel organizativo supone renunciar no sólo a aspectos de tu vida diaria personal y familiar, si no también, en parte, al cofrade que llevamos dentro y la visión, tal vez inocente y a veces ingenua, de la Semana Santa. Pero ese es el reto los que tenemos la oportunidad de llevar las riendas de la familia cofrade. 

La Cofradía ha ido creciendo durante este tiempo en muchos aspectos, continuando la progresión de los anteriores mandatos, y así debe de continuar. Y vosotros, cofrades del Santo Entierro de Valladolid, tenéis la oportunidad, la responsabilidad y (así lo creo) el honor, de tomar el relevo. Vivimos un momento de cambio en muchos aspectos y nuestra querida cofradía ha de ir de la mano de ese cambio que nos arrastra como la corriente de un río, pero siempre dentro del cauce de nuestra esencia.

Por nuestra parte sólo nos queda ofrecer humildemente la mano de nuestra experiencia y agradecer de corazón a todas aquellas personas que, de un modo u otro nos habéis acompañado y apoyado en estas tres legislaturas.

Esta Semana Santa, queridos cofrades, preparad vuestro hábito y vuestro corazón. Dejad que afloren vuestros sentimientos y recuperad ese primer cofrade que lleváis dentro, el que ofrecerá su luz al Santo Cristo Yacente, cuerpo verdadero, un año más en la noche del Jueves Santo, y el que iluminará su camino oscuro y enclaustrado en la tarde del Sábado Santo.


 Jesús González Expósito, Presidente

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